En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, purifica mi mente y mi corazón para que todas mis intenciones estén en sintonía con tu santa voluntad. Enséñame a sentirme parte de tu Reino y a extenderlo al más necesitado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegando el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores? Ellos le respondieron: Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos»
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuanta paz nos da el hecho de «Ser lo que realmente somos», vivir libremente y sin doblez; vivir sin ocultarse ante los demás, o querer aparentar aquello que no corresponde a nuestra identidad.
Un hecho que nos puede dar claridad es vivir de cara a aquello que Dios nos va pidiendo día con día. Para ello es importante saber y reconocer que somos sus hijos, saber que Él nos ha dado un Reino y que, además de dárnoslos, se ha preocupado con amor de padre para que no nos falte nada, pues quiere nuestro bien.
Nos ha colmado de dones, talentos, de una viña para poder trabajar; en fin, Dios es el propietario de ese Reino y nosotros somos sus servidores.
Ante este hecho pueden surgir varias preguntas en nuestro corazón, ¿Qué clase de servidores somos? Somos coherentes con el plan divino, actuamos de manera justa, aprovechamos todo lo que Dios nos ha dado, o, por el contrario, somos malos administradores.
Hemos perdido la sencillez que caracteriza a todo aquel cree en el Señor, no hemos compartido la alegría de sabernos amados, protegidos, acompañados en el Reino que Dios nos ha dado para poder crecer. ¿Cómo estamos viviendo hoy? Señor, ¿qué podemos mejorar? ¿Cómo debemos de actuar? Ilumina nuestra mente por favor, guía nuestros pasos y forma en nuestro corazón una disposición para poder aprovechar aquello que nos has dado. Ayúdanos a sentirnos cada vez más parte de tu Reino, ayúdanos a ser un instrumento detu Paz, para que donde haya odio, llevemos amor, donde haya ofensa, llevemos perdón, donde haya discordia llevemos la unión, donde haya duda llevemos la fe; donde haya error, que llevemos laVerdad.Donde haya desesperación, llevemos laalegría. Ydonde haya tinieblas, que llevemos luz. (cf.Oración de san Francisco de Asís).
Haznos, Señor, buenos administrador de aquello que Tú nos has dado y ayúdanos a compartirlo con el más necesitado.
«La vocación es ser llamados por Otro, es decir, no poseerse más, salir de sí mismos y ponerse al servicio de un proyecto más grande. Nos convertimos, entonces, con humildad, en colaboradores de la viña del Señor, renunciando a todo espíritu de posesión y de vanagloria. ¡Qué triste es ver que, a veces, precisamente nosotros, hombres de la Iglesia no sabemos ceder nuestro puesto, no conseguimos despedirnos de nuestros deberes con serenidad, y nos cuesta dejar en manos de otros las obras que el Señor nos ha encomendado!».
(Homilía de S.S. Francisco, 23 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy hablaré sobre las maravillas que Dios me ha dado con otras personas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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