Recuerdo un chico que estudiaba con nosotros en la universidad. Era alto, apuesto y corpulento. Aún así, nunca le vimos en las fiestas. Formaba parte del equipo de natación de la universidad, que era el mejor equipo del país. Ostentaba el decimotercero mejor tiempo en los 100 metros libres en el mundo. A todos llamaba la atención su dieta, que era muy restringida en cantidades y concentrada en alimentos que no le hicieran perder ventajas a la hora de la competición. Era igualmente sacrificado era su horario. Cuando llegábamos a la universidad a las siete de la mañana, él ya llevaba una hora de entrenamiento en la piscina y terminaba una hora más tarde. Después de asistir a clases, volvía a la piscina a las doce. Comía, estudiaba y terminaba el día con otro par de horas de entrenamiento por la tarde. A cada rato le veíamos en el periódico. Ganó premios y medallas e incluso cumplió su sueño de representar a su país en las Olimpiadas.
La búsqueda de un objetivo implicará siempre una renuncia. ¿Quieres llegar a ser un millonario? Tendrás que estudiar, esforzarte, trabajar mucho, tomar decisiones arriesgadas y hasta sacrificar tiempos normalmente reservados al descanso y a la diversión. ¿Quieres jugar un mundial de fútbol? No lo lograrás jamás si no te entrenas, si no potencias tus talentos futbolísticos, si no cuidas tu alimentación y tu condición física y si no estás dispuesto a renunciar a otras actividades que pudieran interferir con tu carrera deportiva. ¿Te gusta una chica? Conquistarla significará hacer lo que a ella le gusta, dedicarle buena parte de tu tiempo e interés y dejar de salir con otras chicas, incluidas tus amigas. ¿Pensabas realmente poder lograr algo en la vida sin renuncia?
Todos los seres humanos anhelan profundamente la felicidad. Seguramente, también tú. Pregúntate: ¿vives como quien busca sinceramente ser feliz? Muchos piensan que sí. Sin embargo, al mismo tiempo no renuncian nunca a nada y se conceden todo. Ese modo de vivir evidencia un egoísmo desmedido, que conduce a la soledad y a encerrarse en uno mismo despreciando a los demás. Cuesta pensar que alguien pueda desear eso para sí. Feliz, más bien, es el hombre abierto, alegre, reflexivo, libre, esforzado, rodeado de amigos, comprometido en la conquista de sus metas y en el bien del mundo y de las personas que le rodean. Nada de esto se obtiene sin antes haber aprendido la renuncia.
Llave del éxito es la renuncia. No importa el tipo de meta que te hayas propuesto: material, deportiva, económica, afectiva, intelectual, incluso espiritual. Sea cual sea, quererla no bastará. Hay que trabajar por ella aplicando los medios necesarios. Un medio imprescindible es la renuncia. Aplícala con paciencia y decisión, y con ella alcanzarás los éxitos que buscas, tus metas y tu misma felicidad.
¡Vence el mal con el bien!
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