Abraham y Sara estaban muy contentos con su nuevo hijo Isaac. Sin embargo Dios tenía una prueba para Abraham. Le dijo: “Toma a tu hijo Isaac, tu único hijo, a quien amas, y vete a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí como holocausto en uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:2).
Qué gran prueba y qué difícil siquiera imaginarse estar en una situación así; ciertamente la mejor manera de poner a prueba nuestra Fe.. Abraham creía firmemente que Dios regresaría a Isaac de nuevo a la vida, si el sacrificio realmente tenía lugar (Hebreros 11:19) y efectivamente Dios interviene antes de que ello ocurriera.
Preguntémonos por un instante lo que sucedería si Dios nos pidiera algo similar y la respuesta, totalmente personal, la dejamos para nosotros mismos.
La parábola de la semilla de mostaza nos abre también un pensamiento: “Por la poca fe que tienen – les respondió – les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: trasládate de aquí para allá y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible” (Mateo 17:20).
“Y le trajeron un paralítico echado en una camilla; y Jesús, viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: Anímate, hijo, tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2). Hermoso pasaje Bíblico en que el enfermo mediante la fe de la muchedumbre que lo acompañaba, Jesús le perdona sus pecados y más aún, lo sana de su enfermedad.
Así como la respuesta a la parábola de la semilla de mostaza de parte de los apóstoles, de pedir que el Señor les aumente la fe (Lucas 17:5-6), debemos nosotros también pedir en oración por nuestra fe. Que se fortalezca, que crezca día a día, que seamos capaces de defenderla sin temor y lograr ser verdaderos instrumentos del Espíritu Santo para llegar a muchas almas.
La fe nos da la capacidad de discernimiento; de escuchar al Señor, pues Él constantemente nos habla y nos entrega señales que direccionan nuestro caminar; sólo mediante la fe podremos superar momentos difíciles y entender muchos sucesos del día a día que parecen incomprensibles bajo la inteligencia humana.
Inteligencia… con ella podemos entender la economía, la política, las matemáticas y cualquier tipo de ciencia; una mascota no lograría jamás comprender un teorema matemático, pues carece de inteligencia y nosotros sin fe simplemente no podemos entender los sagrados misterios de Dios.
Y un último punto no menos importante: El Papa Benedicto XVI señaló dentro de su carta apostólica Porta Fidei, que “la fe sin la caridad no da frutos y la caridad sin fe sería una sentimiento constantemente a merced de la duda”. Significa que la fe y el amor caminan de la mano. “La fe es lo que nos permite distinguir en los necesitados el rostro de Cristo” (Mateo 25,40).
Finalmente y amparados por la carta apostólica, la fe es un Don de Dios, transforma la propia vida, impulsa a la razón y lleva a ponerse al servicio de todos… La Fe, da frutos.
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