En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
El amor, más que un simple sentimiento, es un querer entregar la voluntad y la vida a quien se ama. Considerando esta verdad quiero ponerme en tu presencia, Dios mío. Te ofrezco, aunque no sea fácil, cuanto pueda distraerme de ti. Coloco en tus manos mis deseos y preocupaciones. Ilumina mi mente y mueve mi corazón durante esta oración. Así sea.
Evangelio del día
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quién es el único que puede abrir la puerta que se encuentra en lo profundo de mi alma? Exclusivamente la persona que tiene la llave. Mi corazón vivirá siempre inclinado hacia ti. No se satisface nunca con las ofertas y placeres de este mundo. La cerradura de mi alma nunca encaja totalmente con los muchos picaportes que prometen ser felicidad en esta vida. Eres tú, Señor, el dueño de la llave que se desliza fácilmente en el cerrojo de mi ser. Es tu amor la única llave que acumula aquellos pernos de la clave de mi alma… –mas soy yo, Señor, la única persona que decide si Tú accedes o si permaneces fuera.
Me cuesta confiar, me cuesta abrir mi corazón, sobre todo en este mundo tan colmado de falsarios y de extraños. Yo deseo verdaderamente conocer tu voz, conocerte a ti, Señor Jesús. Quiero que entres en mi alma y que seas solamente Tú -a quien yo entregue mi corazón.
Cuando entra en mí el pecado me doy cuenta de lo infeliz que puedo ser. Pero cuando entras Tú, Señor, puedo ver con otros ojos este mundo. Puedo ver con otros ojos las personas que Tú has puesto alrededor de mí. Puedo ver con una nueva mirada el sentido de mi vida y la de aquellos que me piden, con lamentos silenciosos, que les hable de su Dios.
Quiero abrirte hoy mi corazón, para que sea mi latir, consonante con el tuyo. Quiero obrar siempre como Tú lo harías. Deseo dirigirme a las personas como Tú también lo harías. Entregarme en mi vida, en mis trabajos cotidianos con el único deseo de extender tu Reino en mí, en mi hermana y en mi hermano. Te ofrezco en este día el deseo de pensar qué harías Tú en mi lugar, Señor -y con qué amor te entregarías en cada instante. Tú viniste para que tuviéramos vida verdadera, y la tuviéramos en abundancia.
«Es cierto, siempre tenemos la costumbre de medir las situaciones, las cosas con las medidas que tenemos: y nuestras medidas son pequeñas. Por ello, haremos bien en pedir la gracia del Espíritu Santo, orar al Espíritu Santo, la gracia de acercarnos al menos un poco para entender este amor y tener el deseo de ser abrazados, besados con esa medida sin límites».
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Te ofrezco en este día el deseo de pensar qué harías Tú, en mi lugar, Señor -y con qué amor te entregarías en cada instante, y actuar en consecuencia. En tus manos pongo este día, Virgen María.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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