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¿Verdadera presencia o solamente un símbolo?
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¿Verdadera presencia o solamente un símbolo?

Tomaré la copa de la salvación (Sal 116, 13).

Poco después de Martín Lutero, las iglesias protestantes rechazaron la creencia de que Jesucristo está verdadera y sacramentalmente en el pan y en el vino consagrados. Ellas dicen que son solamente símbolos de la presencia de Cristo y por eso no adoran los elementos consagrados, como los católicos. Su argumento es que Cristo habló en parábola cuando habló de comer su carne, y que la cena del Señor es nada más que un recuerdo: Haced esto en memoria mía.

Si los hermanos tienen razón, no pierden nada. Pero si la Iglesia católica la tiene, o sea que el pan y el vino significan eficazmente y literalmente el cuerpo y la sangre de Jesucristo, los hermanos pierden muchísimo, porque no tienen la oportunidad de recibir este alimento que da vida eterna.

«La transubstanciación, o sea el cambio de la substancia del pan y del vino en la Cena del Señor, no puede ser demostrada por las Sagradas Escrituras, sino que repugna a las palabras sencillas de la Biblia….» (Art. 18 de la Constitución de la Iglesia Metodista de México, 1975 y Disciplina Iglesia Metodista de México, 1991, p 54).

«Esa doctrina que sostiene un cambio de sustancia del pan y del vino a la sustancia del cuerpo y de la sangre de Cristo… ha sido y es la causa de muchísimas supersticiones, y además de una crasa idolatría» (Confesión de Fe de Westminster, Publicaciones el Faro, México, 1984,1993, Cap 29, art. F).




Sin embargo…

Los que reciben la comunión deben estar plenamente convencidos que lo que aparenta ser pan, no es pan, aunque sabe así, sino el cuerpo de Cristo, y lo que aparenta ser vino no es vino aunque el sabor es así (Cirilo de Jerusalén año 350 D.F. Discursos Catequéticos).

Primeramente, es importante saber qué quiere decir la palabra «transubstanciación». Es la creencia de que el cuerpo-sangre-alma y divinidad (en otras palabras, Cristo mismo), está verdaderamente presente bajo las apariencias de pan y vino.

¿Qué dice la Biblia?

Como afirman los hermanos, es cierto que Jesús habló de sí mismo en símbolos: Yo soy la puerta (Jn 10, 9); Yo soy la vid (Jn 15, 1). En estas ocasiones nadie que escuchaba a Jesús lo tomó literalmente. Nadie preguntó «Si eres una puerta, ¿dónde está el picaporte?; si eres la vid ¿dónde están las hojas y por qué no eres verde?». Todo el mundo entendía que él estaba hablando en símbolos y que tenía sentido. Cristo es como una puerta – vamos al cielo por Él- también es como una vid porque nos da vida cuando permanecemos en Él. En otras ocasiones, cuando la gente no le comprendió, él corrigió su malentendido. Es interesante notar que en algunas de estas ocasiones el malentendido tenía que ver con la comida: El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían uno a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo; Mi comida es que haga la voluntad del que me envió..(Jn 4,34). Jesús aclaró el asunto. Ver también «la levadura de los fariseos» en Mt 16, 5-12

Pero no fue así en Juan 6 y en la Última Cena. Jesús no dio ninguna explicación, porque era claro. No hay semejanza entre «Yo soy la vid», «la puerta» y » Yo soy el pan de vida» de Jn 6, 35. Jesús va mucho más allá del simbolismo: «Mi carne es verdadera comida, mi sangre verdadera bebida» (v. 55). Pero miremos todo el contexto de Juan 6.

¿Qué pasó en capítulo seis de Juan?

El contexto del capítulo es importante: Jesús hizo un milagro con pan; alimentó a toda la gente. Después, enseñó que él es el pan que bajó del cielo. Él mismo, es alimento (Jn 6, 35-41).

La reacción de los judíos durante el discurso es sumamente importante. Jesús empezó a hablar literalmente y los judíos lo tomaron al pie de la letra cuando les dijo que había bajado del cielo. Por eso se disgustaron: ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? (Jn 6, 42). Pero Jesús realmente bajó del cielo; lo tomaron literalmente y no les corrigió. Los hermanos separados estarán de acuerdo con nosotros en que Jesús literalmente bajó del cielo. Pero es triste que mientras los hermanos creen literalmente esta parte del discurso de Jesús en Juan, no toman el resto del capítulo así. Para ellos es simbólico. A continuación veremos que no lo es.

Jesús siguió hablando al pie de la letra como antes: Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero (Jn 6, 44). Los hermanos sí creen que aquí Jesús habló literalmente cuando dijo: «le resucitaré». También lo cree la Iglesia católica. Pero después los hermanos, por razones históricas y no bíblicas, dicen que lo siguiente es simbólico.

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (Jn 6, 51-53).

Vemos que Jesús en Juan 6, 51 a 60 tuvo que seguir repitiendo que mi carne es verdadera comida y que la gente lo tomó al pie de la letra. ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? ¡Y Jesús no les corrigió! El no les dijo que estaba hablando solamente en parábolas y que no lo tomaran literalmente [1].  

Otra vez Jesús repitió: mi carne es verdadera comida, mi sangre verdadera bebida (Jn 6, 55). Y otra vez reaccionaron los judíos. En el v. 60 leemos que los Fariseos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Luego leemos que: Muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él (v. 66). Es el único caso en que se afirma que Jesús fue abandonado por algunos discípulos por lo que él decía. Y JESÚS NO LES IMPIDIÓ APARTARSE DE ÉL. Él no les dijo: «No se vayan, sólo estoy hablando simbólicamente. No me malentiendan.» Se arriesgó a perder a todos sus apóstoles, pero seguía hablando al pie de la letra. Y los Apóstoles captaron que él hablaba así. Por eso fue una palabra «dura».

¿Por qué los fariseos y discípulos pudieron captar que Jesús hablaba literalmente cuando decía que Él bajó del cielo y que su carne es verdadera comida, mientras que los hermanos piensan que Jesús habló solamente al pie de la letra cuando dijo que bajó del cielo en versículos anteriores? ¿Qué tipo de maestro sería Jesús, si todo el mundo lo toma literalmente, cuando no debe ser así?

Cuando dijo que su carne es verdadera comida, los hermanos dicen que fue una parábola. Pero el texto no da ninguna idea de que la primera expresión sea literal, y que la segunda no lo sea. De hecho, después de decir que su carne es comida verdadera, Jesús otra vez les dijo que él es el pan que descendió del cielo (Jn 6,58). No tiene sentido decir que, entre dos cosas que Jesús dijo literalmente. Decir que la primera frase es literal, la segunda es simbólica y la tercera es literal es hacer violencia al contexto.

En el fondo de la expresión «Mi carne, para que el mundo tenga vida» hay una fórmula aramea en la que «carne» sustituye a «cuerpo» para designar la realidad creatural de la persona humana. «Para la vida» traduce la palabra griega HYPER que los relatos de la Última Cena, cuando Cristo instituye la misa (adelante) denota el carácter sacrificial y expiatorio de la muerte de Cristo.

Los hermanos separados citan el versículo 35, donde Jesús dice que «quien viene a mí» no tendrá hambre» y quién cree en mí» como pruebas de que el capítulo seis, es simbólico. Afirman que cuando Jesús se llama a sí mismo «el pan de vida» solamente está diciendo, que si creemos en Él, nos va alimentar espiritualmente como el pan nos alimenta físicamente. Ellos dicen que «comemos» y «bebemos» a Cristo al ir a Él y al creer en Él. Pero como vimos, el contexto es claramente literal y no simbólico. Aún Martín Lutero creía en la presencia verdadera de Cristo en Luther’s Collected Works No. 7, Wittenburg Edit [2].


 


Además, Jesús no les corrigió cuando los discípulos dejaron de seguirlo por tomarlo literalmente (Jn 6, 66) [3]. Ellos eran de su raza y sabían como entenderlo, también podían ver su rostro y conocían su manera de hablar. Por eso se disgustaron cuando habló de que su carne era verdadera comida. Si Él hablara solamente de la institución de una comida como bendición no hubiera causado el abandono de parte de sus discípulos porque la religión judía, y las costumbres del mundo antiguo estaban repletas de comidas especiales. Mira cuántas veces Jesús participó en comidas cuando visitaba a las personas y cómo utilizaba la imagen del banquete en sus parábolas.

Notamos lo literal de las palabras que hablaba Jesús al utilizar la palabra griega TROGO en vez de PHAGO. TROGO es más específico en cuanto a masticar, mascar, roer, mientras PHAGO es una palabra general para comer. Los únicos otros lugares donde el NT tiene TROGO son Mt 24, 38 y Jn 13, 8. NINGUNA VEZ QUIERE DECIR COMER SIMBÓLICAMENTE [4]. Además los judíos ya sabían que Jesús hablaba de comer literalmente porque preguntaron ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? (v. 52), aún antes de que Jesús utilizara TROGO.

Otra razón para estar seguros de que Jesús hablaba literalmente, es que en su tiempo , «comer la carne de alguien» en sentido simbólico era asociado con la persecución, la violencia, la traición y la matanza: Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos; que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre ellos, y les quebrantáis los huesos y los rompéis como para el caldero, y como carnes en olla (Mi 3, 2-3). Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron (Sal 27, 2). Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo (Is 9, 20) Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo..(Is 49, 26). (Ver 2 S 23, 15-17 y Ap 17, 6 y 16). Si Jesús habló figuradamente estaría diciendo: Yo les aseguro que a menos que ustedes persigan, traicionen y maten no tienen vida. El que comete la violencia tiene vida eterna y lo resucitaré en el día postrero.

Algunos hermanos añaden, que tales palabras no pueden ser literales, porque Jesús dice que, el espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha (Jn 6, 63). Pero Jesús no dice, «mi carne» no aprovecha, sino «la carne». En la Biblia «carne» se refiere no solamente al cuerpo físico de un ser humano, sino también al pecado en comparación con la vida del Espíritu: Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte (Ro 7, 5 y 1 Co 2, 14-3,4). No andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu (Ro 8, 4-5).

Jesús no estaba ofreciendo comer su cuerpo en ese momento. Esto hubiera sido canibalismo [5]. Lo que decía era que por el poder del Espíritu Santo –el espíritu es el que da vida– pronto su cuerpo sería glorificado. Recuerda que el contexto del capítulo es la Pascua (Jn 6, 4). Él estaba apuntando al momento después de su muerte, cuando daría a sus discípulos su cuerpo transformado por el Espíritu para «la vida del mundo». Porque el espíritu da vida: el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo (Jn 6, 51) [6].

En la misa, no es el cuerpo de Jesús-hombre como tú y yo lo que recibimos, sino el cuerpo del Cristo glorificado. Cristo no sufre más, no hay sangre de glóbulos rojos y blancos. Por eso decimos «Cuerpo de Cristo» no «Cuerpo de Jesús». Como el Sumo Sacerdote lo hizo en la Última Cena.. En la misa el sacerdote representando a Cristo, pronuncia sobre el pan y el vino las mismas palabras: Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre. Y el Espíritu da vida: Y las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6, 63). Este mismo Espíritu que dio vida a la Creación (Gn 1, 2) y formó la vida del Mesías en el seno de María, transforma el pan en cuerpo de Cristo.

El citar a Jesús «mis palabras son espíritu y vida» para afirmar que tales palabras son simbólicas, no tiene sentido, cuando reflexionamos: las palabras de Jesús son espíritu y vida, por supuesto. Pero no todas son simbólicas.

Cuando Dios dice una cosa acontece (Is 55, 11). Su palabra es efectiva: Esto es mi cuerpo (Mc 14, 22-24). No dijo «Esto simboliza mi cuerpo», sino, «Esto ES». Habiendo dicho Cristo «éste es mi cuerpo», ¿quién va a decir: «No, Señor, éste no es tu cuerpo. Es pan, nada más»? Decir: «esto es mi casa, esto es mi amigo» no quiere decir «esto es símbolo de mi casa, símbolo de mi amigo» [7]. Por 1,500 años, hasta después de Lutero, nadie discutió esta creencia.

Es un milagro, y no es por casualidad que Jesucristo hizo este discurso después de la multiplicación de panes. El milagro para alimentar el cuerpo. Ahora quiso alimentar el alma.

Me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que da vida eterna y permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará…(Jn 6, 26-27). Nuestros padres comieron el maná en el desierto…. Jesús les dijo:… No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo (Jn 6, 31-32). Jesús afirmó que la comida que daría es superior al pan multiplicado y al maná (vv. 31-32). Si el pan y vino no se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo, estas palabras son mentiras. El pan y el vino normal no son mejores que el maná y lo que alimentó milagrosamente a cinco mil varones.

Al fin y al cabo, si es como dicen los hermanos: que Cristo no hablaba de su propia carne porque «la carne para nada aprovecha» (v. 63) entonces todo el capítulo NO TIENE SENTIDO. Tendríamos que comprender que, a pesar de que Jesús acaba de mandar a sus discípulos comer su carne, luego dice que hacer esto ¡no tiene sentido («nada aprovecha»)! «Come mi carne pero verás que es una pérdida de tiempo». ¿Es esto lo que está diciendo Jesús? Por supuesto que no. La frase: las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida NO QUIERE DECIR: «lo que acabo de decir es simbólico». La palabra «espíritu» nunca se toma así en la Biblia. Además, si Jesús aclara que estaba hablando en símbolos y que -«la carne [literalmente hablando] nada aprovecha»- ¿por qué sin embargo sus discípulos lo dejaron? Es importante, notar también, que en la Última Cena, Jesús utiliza la palabra cuerpo. «Esto es «mi cuerpo», y no carne. Esto hace que el asunto sea más claro todavía porque en el pensamiento judío, no hay dualismo entre cuerpo y alma. «Mi cuerpo» quiere decir la persona en su totalidad. «Esto es mi cuerpo» significa «esto soy Yo».

En Lucas 22, 19 leemos: haced esto en memoria de mí. Los evangélicos piensan que esto quiere decir que celebrar la Cena no es nada más que un recuerdo intelectual, recordando lo que hizo Jesús aquella noche. Para ellos, Él está presente sólo espiritualmente por la «comunión» de los creyentes cuando celebran juntos.

Pero tenemos que comprender que Jesús estaba celebrando la Pascua, y para los judíos «hacer memoria» no es solamente recordar un hecho histórico, un recuerdo de algo pasado, sino un REVIVIR. Un «memorial» para los cristianos y judíos es una proclamación eficaz de la obra poderosa, que Dios hace de nuevo. Significa que el acontecimiento irrepetible del Calvario se hace realidad en el presente por medio del Espíritu Santo. En el altar, el pan y el vino no quedan solamente como símbolos, sino que se convierten en el Jesucristo de aquel primer viernes santo, en el lugar de la Calavera (Mr 15, 21). (Ver capítulo 24.) Es algo del pasado que entra espiritualmente en el presente como lo expresa la palabra griega ANAMNESIS (1 Co 11, 25).

En Éxodo 24, 8 leemos: Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. Prefiguran las palabras de Jesús cuando tomó el vino: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados (Mt 26, 27-28). Para completar el pacto, Moisés utilizó sangre de cordero y no un símbolo de ella. Igual cuando Jesús, el Cordero de Dios, firmó el Nuevo Pacto con su sangre. Es importante notar que el único lugar donde Jesús habla del Nuevo Pacto con su sangre, es en la Última Cena, cuando compartió la copa de vino [8].

¿Cómo entendió Pablo las palabras de Jesús? [9]

De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa indignamente será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor (1 Co 11, 27). O bien, la Versión Latinoamericana: Si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.

Pablo estaba hablando de la celebración de la Cena del Señor. Y pecar contra el pan es pecar contra el cuerpo (no contra el pan). Pecar contra la copa, es pecar contra la Sangre y (no contra la copa). El pan es el cuerpo. Pecar contra Dios es pecar contra el Creador, porque Dios y Creador son iguales». ¿Cómo podría ser tan grande el pecado vinculado con «comer» si solamente fuera pan y vino? (Ver v. 29 en adelante.) El Creador no nos da solamente «cositas que simbolizan». Él mandó a su hijo para tomar nuestra pobre carne y el hijo nos da de sí mismo. ¡Qué gran amor!

En v. 29 Pablo utiliza la palabra DIAKRINO (discernir) [10]: el que come y bebe indignamente sin discernir el cuerpo del Señor, juicio… Entonces, los corintios, no estaban discerniendo o estaban dudando que era el cuerpo de Jesucristo. Si no fuera así, tendríamos que preguntarnos, ¿por qué ser juzgados con enfermedad y muerte espiritual (v. 30) si fuera solamente del pan que abusaban? Pablo dice que eran culpables de pecar contra el cuerpo y la sangre de Cristo (v. 27), pero ¿cómo si no estaba presente físicamente en la comida? Pablo no dice que pecan en contra de la Cena del Señor. No se puede pecar en contra si no se está presente. La conclusión es clara: el que come indignamente es culpable en cuanto a lo que come.

La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo El pan que partimos ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? (1 Co 10, 16)

Un folleto llamado Roman Catholics and Communion (los católicos romanos y la comunión) del grupo Evangelical Outreach argumenta que si fuera cierto que Jn 6, 53 es interpretado literalmente, que comer su carne y beber su sangre da vida eterna, entonces ¿cómo pudo haber sido salvado Zaqueo (Lc 19, 9) si la comunión fue instituida solamente en la Última Cena (Lc 22, 15-20)? Para la Iglesia católica esta pregunta es igual que preguntar cómo los Patriarcas del AT pudieron salvarse sin conocer y creer en Jesucristo. La respuesta es que Dios no pide lo imposible como por e.j. creer en Cristo antes de que Él naciera, comulgar antes de instituir la comunión (en el caso de Zaqueo), o que, un retardado crea en Cristo para salvarse cuando no tiene la capacidad mental. Jesús no pediría al «buen» ladrón bautizarse cuando no podía (Lc 23, 42-43). Este folleto dice que la hostia DEBE tener sabor de carne si de verás lo es. Pero este argumento es cómo decir que Jesús debe haber parecido Dios- Omnipresente cuando estuvo en la tierra y no como un judío regular si de verás lo era. Si embargo, apareció como un hombre cualquiera. ¿Quiénes somos nosotros al decir cómo Dios debe actuar? Si Él quiere que la hostia siga con el mismo sabor, es su deseo.

Previsto en el AT

Es muy importante leer Éxodo 12, 11ss para entender lo que hacía y pensaba Jesús al celebrar la Última Cena, durante la fiesta de la Pascua.

Cada año, los judíos reviven la huida de Egipto cuando celebran la pascua en sus casas siguiendo las órdenes de Dios: Habló Jehová a Moisés…en el día diez de este mes tómese cada uno un cordero.. .y tomarán de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas. Y aquella noche comerán la carne… y panes sin levadura… Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies y vuestro bastón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; Es la Pascua de Jehová (Ex 12, 1-11). ¡ Literalmente carne de cordero y sangre viva!

Para el judío, esta fiesta y la manera de celebrarla es costumbre perpetua por mandato de Jehová (Éx 12, 17).

¿Por qué comer apresuradamente como manda Dios, si hoy en día el judío no tiene que huir de los egipcios? Es que está reviviendo el acontecimiento. Es así como los católicos cuando celebramos la misa, revivimos la Ultima Cena, la Nueva Pascua de cuando salimos de la esclavitud del pecado. Y como vimos arriba, es más que un recuerdo intelectual. No es el mismo significado de una fiesta nacional en la que uno simplemente recuerda el pasado pero no lo revive, no hace presente un acontecimiento pasado. Nuestra Pascua es diferente: ES REVIVIR LA ULTIMA CENA, un encuentro con Jesús EN SU PLENITUD en la «Fracción del Pan»(Lc 24, 30-31).

Sacia al alma menesterosa, y llena de bien el alma hambrienta (Sal 107, 9). Bienaventurado aquel… cuya esperanza está en Jehová su Dios… que da pan a los hambrientos (Sal 146, 5-7).

¿Cómo se sentiría si teniendo hambre, el papá de un niño le diera una manzana artificial (de cera o de madera) que simboliza una fruta verdadera? ¡Terrible!, Jesús dijo: ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿CUANTO MAS vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mt 7, 9-11). Sin embargo los hermanos dicen que Jesús nos da sólo un símbolo del Pan del Cielo. Si decimos que tenemos hambre, y si Jesús nos dice: Trabajad, por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo os dará …y el pan que yo daré es mi carne (Jn 6, 27- 51). ¿Nos dará algo artificial que solamente es un símbolo, como la manzana de cera que sólo representa la comida verdadera? Señor tenemos hambre de tí ¿Qué padre hay de vosotros que si su hijo le pide pan… cuánto más vuestro Padre dará buenas cosas

Hermano, tal vez como los judíos piensas que es dura esta palabra, ¿quién la puede oír?. Creer en Jesús, es un acto de fe y de la voluntad, no de la sabiduría del hombre dice Pablo (1 Co 1, 19) [11]. Si sigues apartándote de la Iglesia que Cristo fundó, sigues el ejemplo de algunos de los discípulos que también se apartaron de Jesús en aquel día (Jn 6, 66). Mejor es seguir a Pedro, el líder de los Apóstoles y de nosotros como quiere Jesús (Jn 21, 15-17; Mt 16, 18-19). Vuelve a la Iglesia verdadera porque Jesús mismo dijo: el que comiere mi carne y bebiere mi sangre TIENE VIDA ETERNA. Si el maná del AT, algo milagroso pero solamente pan, fue llamado trigo de los cielos y pan de nobles (Sal 78, 24-25), ¡cuánto más es el Pan Bajado del Cielo: Jesucristo!

En resumen, podemos decir que hay un sentido profundamente espiritual en Juan 6:48 Jesús es el pan espiritual enviado por el Padre. Dándonos su carne, apunta a su muerte en la cruz. La vida eterna es la fuerza que empuja las palabras de este capítulo (Jn 6). Pero la gloria de la cristiandad es que no solamente se presenta simbólicamente, sino físicamente también. Porque somos físicos, Dios ofrece esta dimensión a nuestra fe para bendecirnos. Por eso tomamos parte del sacrificio de Cristo no solamente al creer en Jesús con nuestra mente, sino también al recibir su cuerpo. Como en un matrimonio cristiano los dos son una sola carne (Mr 10, 8), así es con Cristo y su esposa la Iglesia (Ef 5, 31-32). Cristo físicamente entra en nosotros y llega a ser uno con nosotros. Puede parecer ridículo pero como dice Pablo, Dios utiliza cosas absurdas que para los gentiles son locura (1 Co 1, 23).

Jesús usó vino y no jugo de uva.

Muchos hermanos tratan de convencernos de que Jesús tomó un tipo de vino sin alcohol llamado «mosto», esto porque condenan todo uso de licor, y hasta acusan a los católicos de ser borrachos. Pero ¿qué dice la Palabra de Dios?

La promesa de Dios incluía una tierra con vino. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite (Jl 2, 24). Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados… (Is 25, 6. Ver Neh 8,10). Dios sabe distinguir entre el bien y el mal uso del vino, aprueba el buen uso. Además si fuera solamente «jugo de uva» ¿cómo Isaías podría hablar de «vinos refinados» (otras traducciones: «vinos exquisitos»)? También el Apóstol Pablo habla de usar vino para enfermedades: Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades (1 Ti 5, 23).

Si Jesús no hubiera querido que tomáramos vino ¿por qué cambiar el agua en vino en las bodas de Caná? (Jn 2). En las bodas judías, la fiesta duraba por lo menos una semana, Gn 29, 27 y Jue 14, 10-12. ¡Jesús duplicó la cantidad de vino!. No es correcto decir que este vino no tenía alcohol. Se usa aquí la misma palabra griega OINOS que Pablo utiliza para decir que no se debe uno emborrachar; también la utilizó para condenar a los corintios por embriagarse en la Cena del Señor, (aunque tomar con moderación no es malo: Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis?… (1 Co 11, 20-22). Quiere decir que este «vino» tiene alcohol. Si no, ¿por qué prohibir embriagarse, si es solamente jugo de uva? En Juan 2,7-10, la palabra vino es la misma palabra griega que usa Pablo en su primera carta a Timoteo (3, 8 y 5, 23). ¡El maestresala (mayordomo) de la boda no hubiera dicho qué buen vino era éste si hubiese sido solamente jugo!.

El teólogo biblista de las Asambleas de Dios, Stanley M. Horton dice: que mosto es «vino nuevo, no es jugo de uvas, sino una palabra que significa un vino especialmente intoxicante, el que se hace de uvas dulces» (El Espíritu Santo revelado en la Biblia, Edit Vida, USA, 1976, 1992, edic. revisada).

Jesús no se emborrachó, pero sí tomó vino. Los fariseos lo criticaron por no ayunar, hasta le llamaron un comilón, y bebedor de vino (Mt 11, 19). No lo hubieran criticado por tomar vino si nunca lo hubiese bebido. Vemos el contraste con Juan que no tomaba: Vino Juan, que no comía ni bebía (como los evangélicos), y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino (Mt 11, 18-19).

Es claro que la Biblia condena las borracheras (Gá 5, 21; Ef 5, 18). Pero dice otras cosas, sobre el uso del vino también. En el Salmo 10,15 leemos que Dios hace producir el vino que alegra el corazón del hombre. El tomar vino no es igual que el emborracharse. Es la cantidad excesiva lo que es malo. Los diáconos no deben tomar demasiado vino: no dados a mucho vino, dice Pablo (1 Ti 3, 8).

La Iglesia católica está contra la borrachera (pero no contra la persona); su sabiduría y su madurez le permite distinguir entre su buen y mal uso. La Biblia dice que juzgar y criticar al borracho es peor que la borrachera misma (Gn 9, 21-27). Al citar a Gálatas 5, 20-21 para criticar a los católicos que se emborrachan, los hermanos olvidan que Pablo también condenó a la vez el sectarismo y las divisiones (versión Latinoamericana), divisiones y partidismos (Dios Habla Hoy).

Venid, comed mi pan, y bebed del vino… (Pr 9, 5).


Y puse delante de ellos la comida (Os 11, 4).

Los testigos de Jehová celebran su «cena» solamente una vez al año, los presbiterianos cuatro veces al año, los bautistas en general cada mes. Pero la Iglesia Católica sigue a los primeros cristianos que celebraban cada semana (Hch 20, 7 – el primer día de la semana). No pierdas ninguna otra semana sin poder comer el pan de vida que desde el primer siglo comen los cristianos.

«No soy católico romano porque, como evangélico, creo que la participación de la Cena del Señor (o Santa Cena) es una conmemoración simbólica de la muerte de Cristo… y por lo tanto nunca podría creer en las increíbles aserciones de la Iglesia Católica de que sus sacerdotes tienen el poder misterioso de cambiar pan y vino ordinarios en la misma carne y sangre del Señor Jesucristo» [12].

Ahora sabemos, que esta manera de entender el dogma católico, es incorrecta. No es el sacerdote el que hace el milagro, sino el Espíritu Santo mismo, por medio de él. No es que creamos porque entendamos cómo es que el pan se convierte en el cuerpo de Cristo. Creemos porque Jesús lo dijo: Él tiene palabras de vida eterna.

Qué dice la Iglesia Primitiva?

La verdadera presencia de Cristo

  • Ignacio de Antioquía (110 d.C.): Carta a los romanos, 7:3 y Carta a los Esmirniotas, 6:2-7:1;  Carta a los Efesios 13,1: «reunirse con mucha frecuencia para celebrar la Eucaristía., : Carta a los Romanos: el pan es la carne de Jesucristo, el vino la sangre. Carta a los Filadelfios: el pan es carne y el vino es sangre. Carta a los Esmirniotas 7,1: «algunos malos se apartan de la iglesia por no confesar que la Eucaristía es la carne de nuestro salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados».
  • Didajé (9): Las oraciones del ofertorio de la misa vienen de éste capítulo. (14): La misa es «un sacrificio puro. » Este es el sacrificio del que dijo el Señor ‘En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un sacrificio puro porque yo soy Rey Grande»
  • Justino Mártir (151): Primera Apología 65,66.Justino describe la Misa Católica que celebraron en aquel tiempo. En el capítulo 66 Justino dice, que el pan no es cualquier pan, ni el vino cualquier bebida, sino Jesús mismo, que por el poder de su palabra nos alimenta con su cuerpo y su sangre, el mismo cuerpo y sangre de nuestra naturaleza que él toma al hacerse hombre. «Porque recibimos de los Apóstoles que Jesús dijo «Esto es mi sangre’ y se las dio».
  • Ireneo (189): Contra las herejías, 4:32-33, : «El vino y el pan, al recibir las palabras de la consagración, se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo.
  • Clemente de Alejandría (191): El Pedagogo, 1:6:43:3.
  • Tertuliano (210): La Resurrección de los muertos, 8.
  • Hipólito (217): fragmento del Comentario sobre proverbios.
  • Eusebio: Pruebas del Evangelio.
  • Orígenes (248): Homilías sobre números, 7:2.
  • Tertuliano: Sobre la oración, La Resurrección del cuerpo, La corona
  • Cipriano (251): Epístola a los que dejaron de asistir, 15-16.
  • Concilio de Nicea I (325), Canon 18.
  • Afraates (340): Tratados 12:6.
  • Cirilo de Jerusalén (350): Lecturas catequéticas 19:7 y 22:6-9.


     
  • Del Libro Textos Eucarísticos Primitivos Tomo I (de los evangelios hasta fines del Siglo iv). J Desús Solano, Editorial B.A.C., España, 1952.: «No hubo verdadera controversia (sobre la verdadera presencia de Cristo en la Misa) en los diez primeros siglos de la iglesia (p xiii).
  • «La fe de todos los tiempos es la misma. A principios del siglo II, San Ignacio de Antioquía expresaba la fe común, en contraposición al error doceta con la expresión gráfica de que la Eucaristía es «la carne de Nuestro Salvador Jesucristo, la cual ha padecido por nuestros pecados, y a la cual ha resucitado el Padre por su buena dignidad» (Carta a los Esmirneos).
  • «Cirilonas (siglo IV): «el pan convertido en el verdadero cuerpo de Jesús, de modo tan real que en aquella última cena Jesús.. se elevó a sí mismo por amor y mantuvo levantado su propio cuerpo en sus manos». (Himnos Homilías sobre la Pascua de Cristo #1)
  • «El carácter sacrificial (de la Eucaristía) está indicado manifiestamente en la Sagrada Escritura. Nos encontramos, en efecto, con expresiones típicamente sacrificales, principalmente a propósito de la sangre, la cual se dice: <> (Mt 26,28)… Mayor fuerza tiene, el que San Lucas diga <> es derramado (22,20), pues así más claramente aparece que no se trata de la sangre derramada en la cruz, sino de la sangre contenida en el cáliz. Se trata, por tanto, del sacrificio ofrecido por Jesús en la última cena en indisoluble unión con el sacrificio de la cruz» (p 21).
  • El erudito protestante, J. N. D. Kelly admite que «la enseñanza Eucarística, desde el principio era realísticamente sin cuestionamientos, es decir que el pan y vino consagrados fueron tomados, tratados y designados como el Cuerpo y Sangre del Salvador… Ignacio (de Antioquía) claramente declara que el pan es la Carne de Jesús, la copa su Sangre… Enseña que el pan y el vino son verdaderamente el Cuerpo y Sangre del Señor» (Early Christian Doctrines, pp. 440, 197-198).

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NOTAS:

[1]  Otra razón para saber que Jesús no estaba hablando en símbolos, es que cuando dijo que era «la vid» y «la puerta», estaba apuntando a sí mismo «yo soy», y explicó lo que significaba esto. Pero en la Última Cena él se refiere a un objeto (pan) y dice que es su cuerpo y nunca explica que significaba otra cosa.

[2]  Si «comer mi carne» era simbólico, ¿por qué mencionar «beber mi sangre» también? ¿Qué se logra en decir ambos comer y beber? El pan hubiera podido llevar el sentido simbólico por si mismo.

[3]  El anticatólico James G. McCarthy (The Mass from Mystery to meaning) dice que hubo otros momentos cuando Jesús habló figurativamente y los apóstoles no comprendieron y lo tomaron literalmente. Él cita cuando Jesús habló de su cuerpo como templo, y cuando habló de la levadura de los fariseos. Pero en AMBOS CASOS Jesús les corrigió (ver Jn 2, 21 y Mt 16, 11), algo que no hizo en Jn 6. Además, en Jn 6 ¡aún sus discípulos lo dejaron! MaCarthy menciona correctamente que el beber la sangre está prohibido en el A.T. ¡Es exactamente por eso que la palabra de Jesús es DURA! No lo sería si fuera simbólica. Además se le olvidó que era VERDADERA COMIDA (panes) que Jesús multiplicó anteriormente y lo vinculó con el maná. Por eso no menciona vino.


McCarthy argumenta que en 1 Co 11, 26 Pablo habla de «beber la copa» y no de beber su contenido, entonces es figurativo. No necesariamente. Cuando uno quiere un refresco o pide «una botella» en la tienda sabe el vendedor que estás hablando de su contenido. ¡No te da una botella vacia! MaCarthy dice que Juan 6 no tiene nada que ver con la última Cena, pero el contexto es la Pascua (Jn 6, 4) igual que en los otros evangelios. Además, las palabras son iguales «beber mi sangre» y «comer mi carne» en Jn 6 y 1 Cor 10, 16-17 y 11, 23-30.

[4]  PHAGO si puede tener un significado simbólico.

[5]  Esto es uno de los argumentos que utlizo también cuando algunos hermanos citan Lev 7, 26: no comer sangre. No metabolizamos sangre cuando comulgamos. Además, la ley Levítica fue abolida por Cristo. Si ellos quieren volver a esta ley, ¿por qué no llevan sacrificios al templo como dice Lev 12? Los mandamientos del N. T. sustituyen a los del Antiguo (ver Mt 5, 27). El mandamiento de no comer sangre es reemplazado por Jesús que nos dice, que si no comemos de su Sangre no tenemos vida eterna. Otra cosa, si comer sangre era contra la ley de Dios, entonces aunque hubiera estado hablando de comer su sangre de manera simbólica, Él estaría pidiendo a sus apóstoles hacer algo malo. Si alguien «simbólicamente» comete la fornicación, sigue cometiendo una cosa inmoral.

[6]  En NINGÚN LUGAR encontramos que la Biblia trata la palabra «Espíritu» como simbólica. Siempre es real como lo es la materia. Por eso en este texto «comer su carne» no es símbolo de recibir el Espíritu. Los discípulos no hubieran dejado a Jesús si hubiera estado hablando simbólicamente.

[7]  Salvo cuando alguien nos muestra una foto y dice «éste es mi hijo». No se tiene que explicar que la foto es una imagen del hijo y no el hijo mismo. Pero si la imagen en la foto es otra persona o es una cosa, entonces se tiene que explicar, por qué dice que es su hijo si no lo es. Un argumento que utilizan algunos hermanos para decir que el pan consagrado no es el cuerpo de Cristo, es el siguiente: «Esto es mi cuerpo», no significa identidad sino representación. Si yo muestro una fotografía y digo: Ésta es mi madre, nadie llegará a la conclusión de que ese trozo de cartón es mi mamá» (La Cena del Señor, Ronald Harris, p. 8). Este argumento no es lógico. Por supuesto «su mamá» no es la foto, pero la persona en la foto sí es la mamá. Y es a ésta que se refiere cuando dice «es mi mamá», no al «trozo de cartón». Si Jesús hubiera mostrado una foto de pan y dicho que «esto es mi cuerpo» estaría refiriéndose al pan y no a la fotografía. En una manera semejante, Jesús tomando pan, dijo que era su cuerpo. Así que este argumento protestante no sirve.

[8]  Cuando Jesús dice que no beberá del jugo de la vid, es en el sentido de estado de origen. No niega el cambio a la sangre de Cristo (ver Gn 2, 23; Ex 7, 12; Jn 2, 9 y 2 P 2, 22). Además, la palabra griega es GENNEEMA significando generación/origen. El sentido de la frase entonces es «lo que fue generado o producido de la vid». Su sentido literal no precisa si es jugo de uva, vino o la sangre de Cristo porque todos los tres pueden ser productos de la vid. Es lo mismo en 1 Co 11, 23-29 donde Pablo intercambia «pan» y «cuerpo».

[9]  La Iglesia La Luz del Mundo habla de su fundador, Aarón Joaquín Flores, como otro «apóstol» (al mismo nivel de Pablo entonces). Contradiciendo a su compañero el Apóstol (verdadero) Pablo, Aarón dijo: «Cuando en 1928, (Aarón) retornara nuevamente a la ciudad de Tepic, se situó a hablar del Evangelio, frente a la misma Catedral de la Iglesia Católica; diciéndole a las gentes: ¡No son Dioses (la hostia) lo que hacen con las manos (de los sacerdotes)!». De la revista La Luz del Mundo No. 2 Edición Enero de 1984, p. 4. Por supuesto, si fuera solamente pan, sería idolatría adorarla. La Biblia prohíbe la idolatría.

[10] Muchas veces esta palabra se entiende como «discernir SIN DUDAR» (Mt 21, 21; Mr 11, 23; Hch 10, 20 y 11, 12; Ro 4, 20 y 14, 23; Stg 1, 6).

[11] Como otros fundamentalistas, el ya mencionado Sr. MacCarthy termina su folleto diciendo, cuán absurdo creer que la hostia consagrada que sigue igual de apariencia y sabor es cuerpo de Cristo. Igual de tontería para él es que Jesús, con su cuerpo presente en la Última Cena, habla del pan como cuerpo, como si hubiera dos cuerpos. Pero los mismos argumentos se escuchan de un judío: Cuán difícil creer en la encarnación, que este bebé en pañales en las manos de María y que más tarde es traicionado, abandonado, negado por sus mismos discípulos, condenado por las autoridades religiosas y luego muere en una cruz es la Segunda Persona de la Trinidad. Y, ¿cómo Jesús hubiera estado presente en la tierra y sin embargo ser miembro de la Trinidad en el cielo? Obviamente no nos basamos solamente en la apariencia y lógica, para entender los misterios. Jesús pide fe.

[12]   Ibid., Fisher p.75