En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Sólo quiero decirte que te amo. Deseo que mi vida te haga sonreír. Soy débil, Tú bien lo sabes; conoces mis miedos, mis dificultades, mis pecados… mis deseos de ser feliz. Sabes mejor que nadie que, a pesar de todos mis errores, sólo quiero amar y ser amado en plenitud. Dame la gracia de experimentar un poco más el infinito amor que Tú me tienes.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete”. Jesús les contestó: “Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me dices en este evangelio que eres un Dios de vivos y no de muertos. ¡Tú eres la vida misma! ¡Estás vivo! Parece una cosa muy trivial Jesús, pero tantas veces lo paso por alto.
He escuchado tanto de tu resurrección, que ya no me sorprende. A menudo te trato más como un muerto que como un vivo.
Con un muerto no puedo platicar a solas disfrutando un café; no puedo construir mi futuro con él; difícilmente le pediré consejo a un muerto cuando necesito tomar una decisión importante en mi vida; dudo que yo sería capaz de amar y dar la vida por alguien muerto… ¡Y tantas veces yo te he tratado igual que a un muerto!
He pasado por alto que vives en mí, que puedo dialogar contigo, que me escuchas en todo momento y que, también, me hablas a través de todo lo que sucede a mi alrededor. Tantas veces te he dejado fuera de mis planes, de mi futuro…de mi «vida»…pero ¿qué vida puedo tener lejos de quien es LA VIDA?
Perdóname, Jesús, porque he dejado que poco a poco la rutina, las preocupaciones y el ajetreo de la vida diaria vayan ahogando mi vida hasta reducir tu gran reino de vida a un ínfimo rincón de mi alma; tu palabra viva, a un mero libro de historia…; la vida que me has dado en mi bautismo, al puro nombre de cristiano.
Jesús, vida de mi vida, ayúdame.
Desde mi error quiero volver a ti, que eres la verdad.
Desde mi pecado, quiero tornar a ti, que eres misericordia.
Desde mi muerte, quiero regresar a ti, que eres LA VIDA… que eres Dios de vivos y no de muertos.
Conviérteme, Jesús, y quedaré convertido…hazme realmente vivir, y viviré por tu amor para ti.
«El Espíritu es el don de Dios, de este Dios, Padre nuestro, que siempre nos sorprende: el Dios de las sorpresas. Y esto porque es un Dios vivo, es un Dios que habita en nosotros, un Dios que mueve nuestro corazón, un Dios que está en la Iglesia y camina con nosotros; y en este camino nos sorprende siempre. Por eso como Él ha tenido la creatividad de crear el mundo, así tiene la creatividad de crear cosas nuevas todos los días. Él, es el Dios que nos sorprende».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, para sacudirme la rutina, voy a llevarle un poco de comida a un pobre y lo voy a invitar a rezar.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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