En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que pueda acercarme a ti con confianza y poder pedirte lo que sea. Que aprenda a hablar contigo como mi amigo, y que tenga la capacidad de amarte hasta el fondo. Te pido la gracia de descubrir cómo me llamas a ser grande en mi vida a tu servicio.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hay en nuestro corazón un anhelo de grandeza, de ser reconocido y hacer cosas grandes. Ante esta actitud de los apóstoles, Cristo les enseña cuáles son las cosas que verdaderamente nos harán ser reconocidos y realizar obras grandes. Al deseo de sentarse al lado de Cristo en su reino, Él les responde que deben beber su cáliz. Este cáliz es símbolo de las acciones que tomamos para crecer en nuestra vida, pero que no son nada fáciles, puede llegar, incluso, a dar la vida como Cristo. La grandeza que nos quiere compartir el Señor no es fácil de conseguir.
Ejemplos de grandeza como a la que invita Cristo son los santos que supieron seguirlo en sus propias circunstancias. Como el apóstol Santiago, que supo dejar a su familia por un motivo más grande que él mismo y que le daría la vida eterna; supo vivir su vida familiar al extremo hasta compartir su vocación con su hermano; supo vivir su vida hasta el final para llegar, según la tradición, a España y comunicar el mensaje de Cristo.
Aunque esta «grandeza» parezca más bien lo contrario, debemos confiar en que Dios nos ayudará para ver qué son las cosas que de verdad importan. Tener un tesoro en el cielo es nuestra meta. Debemos poner todo nuestro esfuerzo para alcanzar este objetivo de vida y, así, llegar un día a su Reino, sentarnos en su mesa y hablar con Él. Lo que tenemos que hacer ahora, cada día, es «beber» el cáliz que Dios nos pone enfrente para encontrarnos con Él al final y entrar en su Reino.
«“No será así entre vosotros”. Con sus palabras, Jesús nos impulsa a ser protagonistas de otro trato: el de su Reino. Aquí y ahora, semillas de alegría y esperanza, paz y reconciliación. Lo que el Espíritu viene a impulsar no es un activismo desbordante, sino, ante todo, una atención puesta en el otro, a reconocerlo y valorarlo como hermano hasta sentir su vida y su dolor como nuestra vida y nuestro dolor. Este es el mejor termómetro para descubrir todas las ideologías de cualquier tipo que intentan manipular a los pobres y a las situaciones de injusticia para el servicio de intereses políticos o personales. Sólo así seremos, allí donde nos encontremos, semillas e instrumentos de paz y reconciliación».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de septiembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Rezar por pureza de intención de todos los misioneros y evangelizadores, especialmente por los que la pandemia los ha desanimado.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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