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¿Qué tipo de llave soy?
Identidad

¿Qué tipo de llave soy?

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te pido que me des las fuerzas necesarias para que hoy pueda ser más generoso que ayer, y así, pueda ayudar a los que me necesitan.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: “¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro.

Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.

¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso”.

Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Veo en el Evangelio de hoy a Jesús que dice palabras fuertes contra fariseos y los doctores de la ley y que, lleno de ímpetu, les llama la atención porque no entran ni dejan entrar al Reino de los Cielos. De este Evangelio solo quiero quedarme con una pregunta y meditarla, dándole vueltas en el corazón como lo hacía la santa Madre de Dios. ¿Qué tipo de llave soy yo para mi hermano? ¿Soy una llave egoísta, solo para mi puerta, una llave que no puedo compartir, pues con ella yo, y solo yo, entraré en el reino de Dios? ¿O soy la llave que está llena de moho, porque la he tenido tanto tiempo escondida que ya no sirve para nadie, ni para mí, ni para otros, puesto que con ella ya no soy capaz de abrir nada? ¿O la llave que está torcida porque, forzando algunas puertas, la he torcido y ya no me sirve para la puerta que debo abrir? ¿O la llave que está rota?, pues queriendo abrir puertas que no eran, la he dañado, y ahora no puedo abrir la puerta para la cual fue hecha. O, por último, ¿tengo la llave correcta, sin manchas, aquella que he conservado en mi caja fuerte para abrir la puerta que es adecuada y en el momento adecuado, y no solo para mí sino para otros? ¿Qué tipo de llave soy para mi hermano?

«La profundización del kerigma se realiza con la experiencia del diálogo que nace de la escucha y que genera comunión. Jesús mismo ha anunciado el reino de Dios dialogando con toda clase y categoría de personas del judaísmo de su tiempo: con los escribas, los fariseos, los doctores de la ley, los publicanos, los doctos, los simples, los pecadores. Reveló a una mujer samaritana, en la escucha y en el diálogo, el don de Dios y su misma identidad: abrió para ella el misterio de su comunión con el Padre y de la sobreabundante plenitud que surge de aquí. Su divina escucha del corazón humano abre este corazón para acoger, a su vez, la plenitud del Amor y la alegría de la vida. No se pierde nada con el diálogo. Siempre se gana. Con el monólogo, todos perdemos, todos».
(Discurso de S.S. Francisco, 29 de junio de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré ayudar a abrir la puerta a alguien que se encuentre en dificultad de abrirla.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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