Por: María Lourdes |
El Evangelio de Juan muestra cómo Jesús Resucitado aparece a siete discípulos suyos junto el lago de Tiberíades con pan y pescado sobre brasas. Dirigiéndose a San Pedro: «toma el pan y se lo da, y lo mismo con el pescado.” (Jn. 21,13)
El pan y el pescado recuerdan la multiplicación milagrosa de panes y peces, prefiguración del Banquete de la Eucaristía.
Pero, según «Simbolismo del Ichthys» de la Enciclopedia Católica, la popularidad del símbolo entre los primeros cristianos no se debe a esa referencia bíblica:
«La popularidad del pez como símbolo cristiano se debe al famoso acróstico que consiste en que las letras iniciales de cinco palabras griegas que forman la palabra griega que significa pez (Ichthys), que describen brevemente quién es cristo y la razón de que sea adorado por los creyentes : «Iesous Christos Theou Yios Soter», i.e. Jesús Cristo hijo de Dios Salvador. (ver el discurso del emperador Constantino , “Ad coetum Sanctorum” c. xviii.)
Más aún, San Agustín explica:
«Místicamente, es el pez asado figura de Cristo crucificado; El mismo es el pan que bajó del cielo. A éste está incorporada la Iglesia para participar de la bienaventuranza eterna.» (in Ioannem, tract., 123, en “Catena Aurea” de Sto. Tomás de Aquino).
El símbolo también tenía usos muy prácticos para los primeros cristianos.
«No es improbable que esta fórmula se originara en Alejandría y se usaba como protesta contra la apoteosis pagana de los emperadores. En una moneda de Alejandría de tiempos de Domiciano ( 81-96) este emperador se dice Theou Yios: «hijo de dios».» (Enciclopedia Católica)
El acróstico se hizo popular en el siglo II como expresión de fe en la Divinidad del Señor, y el pez en sí fue muy popular como símbolo de los cristianos en el siglo III, apareciendo en muchas catacumbas, por ejemplo. El pez era un símbolo pagano de fertilidad en tiempos romanos [y para los chinos lo sigue siendo de longevidad y de prosperidad]. Por eso era tan común, que no despertó sospechas cuando se adoptó como símbolo cristiano en tiempo de persecución.
Los cristianos, para ver si alguien con quien se encontraban era cristiano también, trazaban un arco para ver si la otra persona terminaba de dibujar la figura del pez, expresando así su fe en Cristo.
«Los que creían en este Ichthys místico eran pequeños peces según el bien conocido paisaje de Tertuliano (De baptismo, c.1): «nosotros, pequeños peces, siguiendo la imagen de nuestro «Ichthys», Jescristo, nacemos en el agua». La asociación de «Ichthys» con la Eucaristía está muy enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo del siglo segundo, de Hierópolis en Frigia […] y en el epígrafe algo posterior de Pectorius de Autun.» (Enciclopedia Católica)
La asociación del símbolo del pez con los mismos cristianos refleja la promesa del Señor a sus primeros Apóstoles cuando les llamó:
«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mt. 4,19)
Además: «La asociación de «Ichthys» con la Eucaristía está muy enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo del siglo segundo, de Hierópolis en Frigia […] y en el epígrafe algo posterior de Pectorius de Autun.» (Enciclopedia Católica)
Somos peces «pescados» del mundo por medio del Bautismo, que nos saca del agua a una nueva vida en Cristo, en la que somos alimentados por Él mismo en la Eucaristía
Así lo pone en labios del Señor, Santa Catalina de Siena, (1347-1380) en «El diálogo» [Traducción mía de una versión en inglés]:
Del estado excelente del alma que recibe el Sacramento en gracia
Mira, queridísima hija, en qué estado excelente se encuentra el alma que recibe (como debería de hacer) este Pan de Vida, esta Comida de los Ángeles. Recibiendo este Sacramento, habita en Mí y Yo en ella, como el pez en el mar, y el mar en el pez. Así habito en el alma, y el alma en Mí, el Pacífico Mar.
En ese alma habita la gracia ya que, como ha recibido este Pan de Vida en un estado de gracia, Mi gracia permanece en ella, después de que los accidentes del pan hayan sido consumidos. Te dejo una impresión de gracia, como hace un sello que, cuando se levanta de la cera caliente sobre la que ha sido impresa, deja su impresión, de la misma forma la virtud de este Sacramento permanece en el alma, eso es, el calor de Mi Divina Caridad, y la Piedad del Espíritu Santo.
También permanece en ti la sabiduría de Mi Único Hijo, por la cual el ojo de tu intelecto ha sido iluminado para ver y para conocer la doctrina de Mi Verdad, y, junto con esta sabiduría, participas en Mi fuerza y poder, que fortalecen el alma contra su amor propio sensual, contra el Demonio, y contra el mundo. […]
El Abismo de Mi deseo amoroso por tu salvación te ha dado, por Mi dispensación y Divina Providencia viniendo en ayuda de tus necesidades, esta dulce Verdad como Comida en esta vida (donde sois peregrinos y caminantes), para que podáis tener refresco, y no olvidar el beneficio de la Sangre. Mira entonces con qué estrechez estáis limitados y obligados a devolverme amor, porque os amo tanto, y, siendo el Bien Supremo y Eterno, merezco vuestro amor.
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