En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a abrirte mi corazón para que tu gracia pueda entrar en mí y me reconozca pecador necesitado de ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Te acuerdas de la última vez que usaste unos tenis nuevos? No querías ni pasar por un charco, mucho menos que te pisaran o que lloviera. ¿Y por qué todo esto? Porque cuando nuestros zapatos están más limpios y nuevos, notamos más fácilmente las manchas en ellos, pero poco a poco se van ensuciando hasta que quedan sucios por completo. Si les va bien, a lo mejor los lavas una vez, si no, los usas para trabajar o finalmente los tiras a la basura.
Eso mismo pasa con nuestra alma cuando va al confesionario. Cuando sales, la gracia de Dios te deja limpio, y conforme van pasando los días, las primeras manchas en tu alma son más notorias, luego un poco menos, y un poco menos, hasta que te empiezas a decir: no pasa nada.
He aquí la importancia de reconocerse pecador y necesitado del perdón de Dios. Con la confesión frecuente, será más fácil ver tus pecados y desear estar constantemente en gracia y comunión con Jesús. Y así, en vez de acostumbrarte a estar en pecado, gozarás de estar limpio y en gracia con Dios.
«El mal, por supuesto, debe ser rechazado, pero los malvados son personas con las que hay que tener paciencia. No se trata de esa tolerancia hipócrita que esconde ambigüedad, sino de la justicia mitigada por la misericordia. Si Jesús ha venido a buscar a los pecadores más que a los justos, a curar a los enfermos antes que a los sanos (cfr. Mt 9,12-13), también nuestra acción como sus discípulos debe estar dirigida no para suprimir a los malvados, sino para salvarlos».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de julio de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Acudir a la confesión la próxima oportunidad que tenga.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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