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Misericordia quiero y no sacrificios
Identidad

Misericordia quiero y no sacrificios

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, haz que tu Espíritu ilumine mis acciones y me comunique la fuerza para seguir lo que tu Palabra me revela. Señor Jesús, ayúdame a ser misericordioso, como Tú. Que dé testimonio con obras y no con palabras ni ademanes. Que me mueva el amor, antes que el prestigio, la fama y o la gratitud. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: «Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado».

Él les contestó: «¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?

¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso comente pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.

Si ustedes comprendieran el sentid de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Misericordia quiero y no sacrificio» es la clave del mensaje de hoy. ¿Qué quiere decirme el Señor? Pues quizá que no esté tan apegado a las leyes y al cumplimiento externo de las normas; que por encima de ellas está el bien del hombre. No puedo hacer el bien porque estoy esclavizado a un mandato, a una costumbre, a una ley o una norma. Menos aún puedo relegar a mis hermanos en nombre de Dios; Él mismo me lo dice. Antes que nada ha de estar el consuelo, el alivio y la atención al necesitado: se trata de practicar la compasión, la solidaridad.

Qué sutiles pueden ser estas palabras, si me pongo a analizar en profundidad. Incluso puedo llegar al extremo de afirmar que el Señor prefiere que me conmueva y actúe, antes de estar abocado todo el tiempo a la oración, a la reflexión o a la meditación, sobre todo si éstas me llevan al aislamiento. Todo esto es seguramente importante, pero no tiene sentido si no ordeno mi vida de tal modo que esté dedicada al servicio y al amor de mis hermanos. La oración, la piedad no puede llevarme a la exclusión… Todo lo contrario. Si quiero el bien para mis hermanos, no puedo menos que ponerme a trabajar por él, sin importar el tiempo y lugar. No hay mejor hora ni mejor lugar cuando se quiere hacer el bien.

Prestando atención a la cita del antiguo testamento que dice el Señor, caigo en la cuenta de que no sólo pone un orden, sino que va más allá. No quiere los sacrificios. No están en segundo lugar, no; simplemente no los quiere. Lo que quiere es MISERICORDIA. He ahí el tema en el que debo reflexionar el día de hoy. ¿Soy misericordioso con mi hermano? ¿En qué consiste la misericordia? ¿Qué es la misericordia? La misericordia es el amor en acción, en movimiento. Es mi disposición a compadecerme de los trabajos y miserias ajenas. Y puedo hacerla presente en mi vida a través de la amabilidad, la asistencia al necesitado y especialmente en el perdón y la reconciliación. Es más que un sentido de simpatía, es una práctica. Que mayor sacrificio que el ser misericordioso en todo momento y circunstancia con todo el mundo.

«Roguemos al Señor que nos ayude a entender cómo es su corazón, lo que significa ‘misericordia’, qué quiere decir cuando Él dice: ‘¡Misericordia quiero, y no sacrificio!’ Y por eso, en la oración Colecta de la Misa hemos rezado mucho con esa frase tan hermosa: ‘Derrama sobre nosotros tu misericordia’, porque solo se comprende la misericordia de Dios cuando se ha vertido sobre nosotros, sobre nuestros pecados, sobre nuestras miserias…”».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre  de 2015).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy me esforzaré por encontrar la disposición interna para ser misericordioso con las personas que me encuentre, ya sea en casa, en el trabajo, en la calle, a través de la amabilidad, y procuraré en algún momento del día experimentar el perdón del Señor, su misericordia, a través de una buena confesión.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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