En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Que en esta recta final de la Cuaresma pueda yo, Señor, continuar amándote con mi pequeña entrega de amor. Especialmente ahora, que me dispongo para hablar contigo, concédeme la gracia de no desear nada más que encontrarte a Ti… Tan solo eso me basta.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”.
Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “No está escrito en su ley: Yo les he dicho: ¿Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que, a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Con la lectura de este pasaje evangélico deberían quedar enmudecidas todas nuestras «justificaciones» que afirman nuestra «imposibilidad» de dar testimonio de nuestra fe… Algunos dicen que cada hombre tiene su verdad, y que no debemos forzar para cambiarla; otros, que ningún hombre es capaz de penetrar en este mundo ateo para guiarlo a sus raíces religiosas. El punto es que, detrás de todo esto, reposan dos motivos de fondo, ocultos en nuestro corazón: el miedo a ser apedreado por quienes me creen un tonto y la propia falta de convicción personal, la debilidad de mi propia certeza en la VERDAD…
Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?… Nos toca a nosotros pensar, mirar hacia dentro, hablar y escuchar con Aquel que conoce la aflicción de todos los hombres: ¿Es Cristo mi Camino? ¿Mi Verdad y mi Vida?
Dicen por ahí que la verdad duele, y yo estoy de acuerdo… pero no se queda en eso, sino que nos abre los ojos, nos muestra los disfraces de la mentira y, ya superado el dolor, trae la verdadera paz. ¡Pidamos al Padre que nos ayude a ser mártires de la Verdad!
«Jesús siempre nos pide ser veraces, pero veraces dentro del corazón: y si algo aparece, que aparezca esta verdad, la que está dentro del corazón. Jesús da ese consejo: cuando tú rezas, hazlo escondido; cuando tú ayunes, allí sí, pero maquíllate un poco, para que nadie vea en el rostro la debilidad del ayuno; y cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, hazlo a escondidas. Jesús aconseja exactamente lo contrario de lo que hace esta gente: aparentar. En ellos está la justificación de la apariencia: son pompas de jabón que hoy están y mañana ya no están. Jesús nos pide coherencia de vida, coherencia entre lo que hacemos y lo que vivimos. La falsedad hace mucho mal, la hipocresía hace mucho mal: es una forma de vivir. En el salmo hemos pedido la gracia de la verdad delante del Señor y es bonito lo que hemos pedido: Señor, te he hecho conocer mi pecado, no lo he escondido, no he cubierto mi culpa, no he maquillado mi alma. He dicho: “Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías” y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado. Siempre la verdad delante de Dios, siempre. Y esta verdad delante de Dios es la que hace espacio para que el Señor nos perdone; sin embargo, la hipocresía es exactamente lo contrario. aA principio esta gente sabe que es hipócrita, dice una cosa y no la hace: pero con la costumbre también ellos creen que son justos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día y esforzarme por ser auténtico y veraz en todo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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