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La gravedad del escándalo
Identidad

La gravedad del escándalo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, Dios omnipotente, concédeme el deseo y la fuerza para dedicarme con todo el corazón y el alma, a la búsqueda sincera de poder contemplar tu rostro. Por Cristo, nuestro Señor. Amén

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 41-50

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.

Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Cuando era niño, mi padre siempre me decía: «si vas a hacer algo, hazlo bien; si no, ni lo intentes». Tal vez, algunos piensen, ¡qué exagerado, ¡cómo le dices eso a un niño! Sin embargo, nunca tomé las palabras de mi padre como un insulto, todo lo contrario. Encontraba tres cosas fundamentales que el Evangelio de hoy, también nos presenta: conocer, decidir y seguir.

Conocer: Dios Padre, al adoptarnos como hijos suyos, nos otorga un hermoso camino, la santidad, es decir, el poder estar con Él. Es una vía que se necesita conocer, saber en qué consiste.

Es muy famoso ese dicho: «nadie ama lo que no conoce». Es necesario descubrir lo que implica la santidad, pues de otra manera, ¿cómo sería capaz de sacrificarme por algo, si no lo conozco? Es muy importante, antes de seguir el camino, decidirse a seguirlo. Es muy difícil dar el paso, porque implica una respuesta, no sólo de una parte de mi vida, sino de todo lo que yo soy. Santa Teresa de Jesús diría una «determinada determinación». Es una decisión que implica una donación de mí mismo.

Ya que se ha hecho una opción fundamental, es vital seguir el camino; donde, a veces, nosotros mismos seremos el obstáculo que no nos permite seguir. «Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la gehena, al fuego inextinguible.»

Sin embargo, no estamos solos. Cristo nos acompaña en este camino, incluso, en los momentos más difíciles, Él nos carga.

«Pobreza evangélica y transparencia. Para mí, siempre —porque lo he aprendido como jesuita en la constitución— la pobreza es “madre” y es “muro” de la vida apostólica. Es madre porque la hace nacer, y muro porque la protege. Sin pobreza no hay celo apostólico, no hay vida de servicio a los otros… Es una preocupación que se refiere al dinero y a la transparencia. En realidad, quien cree no puede hablar de pobreza y vivir como un faraón. A veces se ven estas cosas… Es lo contrario a un testimonio hablar de pobreza y llevar una vida de lujo; y es muy escandaloso tratar el dinero sin transparencia o gestionar los bienes de la Iglesia como si fueran bienes personales.»
(Discurso de S.S. Francisco, 1 de mayo de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Señor mío, Tú que conoces lo que hay dentro de mi alma te pido que me ayudes a quitar esos medios que me impiden dejarte hacer milagros en mi vida. Tú sabes cuan necesitado estoy de Ti y tu gracia santificante.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, en los momentos de oración que tenga con Dios le diré: «Señor toca mi corazón, así como tocaste a ese sordomudo para poder escucharte».

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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