En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, donde sea que me encuentre, Tú me miras con tu amor. Y donde sea que me encuentre, siempre puedo dirigirme a ti. Aquí me encuentro hoy frente a ti, para colocarme en tu presencia. Gracias por tan grande don: el de estar siempre a mi lado, siempre a la espera que las puertas de mi corazón se abran. Quiero poner en tus manos estos instantes: que adquieran carácter de eternidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:
“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.
Luego dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Señor, si cada día me dedicara a modelar mi corazón semejante al tuyo, pronto ya no habría más espacio en él para odiar a nadie. Quisiera repetir con ilusión en cada instante esta sincera advocación: «Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo». Es contra toda lógica del mundo, sí, pues es la lógica de Dios: «el que se humille a sí mismo, será engrandecido», «a quien te golpee una mejilla, has de colocarle la otra», «amen a sus enemigos», «aquél que diga tonto a su hermano, es reo de justicia», «tus pecados te son perdonados», «perdónalos, porque no saben lo que hacen», «hoy estarás conmigo en el paraíso»…
Dame un verdadero corazón, un corazón del verdadero Dios, un corazón lleno de puro amor. «Haz mi corazón semejante al tuyo» y concédeme la gracia de imitarlo en cada instante, siendo universal, nunca excluyente, que nunca juzgue, sino que siempre acoja con misericordia, que busque al que «no quisiera» buscar, que ame al que «no quisiera» amar, y termine por querer amarle.
Quiero aprender de ti, hasta incluso colocarme por debajo de los que me pudieran parecer menores. Me percataré una y otra vez, que tu sabiduría no es como la de los hombres. Que tu corazón va siempre más allá de la apariencia, de lo superficial, pues va a hasta lo profundo, mirando con ojos divinos, enseñándome su hermoso arte. Hazme una persona sencilla, que sepa colocarse como la menor, con corazón sencillo, manso y humilde, y sepa mirar a los demás como los miras Tú. Así sea.
«El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Señor, haré un pequeño sondeo de mi corazón, para ver si hay alguna persona o grupo de personas a quienes desprecio, tengo en menos, o he decidido incluso ignorar. ¿Qué puedo cambiar?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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