Somos muchos los padres de familia preocupados por las influencias del ambiente sobre nuestros hijos. ¿Cuál es la diferencia entre aquellos que se mantienen en los principios y los que se dejan envolver por el ambiente? ¿Qué es lo que hace que algunos sean firmes y otros vulnerables?
La diferencia está en la formación de la voluntad, y ésta se refleja en los diversos ámbitos de la vida.
Todos conocemos a personas que intentan dejar de fumar, cumplir la dieta, ser ordenados y empezar a leer. Sin embargo, la dieta se rompe, el libro no se termina de leer y los malos hábitos vuelven a dominar.
Nos encontramos con el contraste de personas que “logran” lo que quieren con el simple hecho de proponérselo, mientras que otros, por más que lo intentan, no logran conseguir lo que se proponen.
Los hombres como seres racionales, estamos dotados de “voluntad”, pues somos libres y elegimos como actual. El problema surge cuando actuamos según lo que nuestros impulsos, deseos y pasiones nos presentan como apetecible.
La formación de la “voluntad” es un pilar fundamental de la educación de los hijos, pues en ella recae la capacidad de elegir lo que más conviene y de perseverar con dedicación y fortaleza para alcanzar metas e ideales.
“Solo quien es dueño de sí mismo es capaz de donarse a los demás en el amor y ser feliz”
¿Cómo formar la voluntad?
La voluntad se forma básicamente en la familia, en lo cotidiano, en la convivencia familiar. La forma en la que los padres viven y cómo motivan a los hijos influye significativamente en la formación de la voluntad.
En la vida diaria se presentan constantemente oportunidades para formarla, pero es importante saber que debe ser:
1. De manera oportuna, temprana, eficaz y preventiva, es decir, adecuada al momento y a las circunstancias del desarrollo del niño, progresiva y que estimule positivamente la elección de lo que está bien hecho.
2. Gradual y constante: deberá ir avanzando según el desarrollo y capacidad de cada hijo. Cultivarla con el esfuerzo de cada día a través del trabajo constante. La inconsistencia y la falta de perseverancia dificultarán el progreso y la madurez.
3. Con el ejemplo: los hijos aprenden de los padres el dominio de sí, la disciplina y la fuerza de voluntad: “las palabras jalan….el ejemplo arrastra”.
4. Motivada: la voluntad no se ejercita ni se motiva por el simple hecho de formarse, ni de dominarse, se forma para amar. El ideal alto, pero las metas tangibles y alcanzables.
La motivación positiva da mejores resultados que la negativa, potencia las áreas de oportunidades y contribuye en la autoestima y el ánimo.
5. Personalizada: tener en cuenta los aspectos y diferencias individuales de cada hijo para adecuar los esfuerzos educativos y ayudar a cada uno a realizarse, a ser una persona libre y responsable.
Comparto contigo algunos consejos para formar la voluntad de nuestros hijos:
– Comunicar claramente lo que se espera y acompañarlo de un estímulo positivo.
– Que reciba la información en condiciones adecuadas.
– Asegurarse de que la procese correctamente.
– Exigir completar lo iniciado. Por ejemplo: cuando decida inscribirse a alguna actividad extracurricular (Futbol, música,), no permitirle salirse a medio año simplemente porque ya no le gusta o se aburre. Explicarle la razón por la que debe permanecer, perseverar y completar lo elegido.
– Proceder siempre con método y previsión sin dejarse llevar por la inspiración o la debilidad del momento.
– Poner especial atención en los detalles. Por ejemplo: al hacer la tarea, motivarlo para que la haga lo mejor posible, cuidando la letra y la limpieza, y dedicándole tiempo necesario para hacer un buen trabajo.
– Evitar ceder a la vida llena de comodidades y optar por la austeridad de vida, aún en cosas pequeñas y triviales.
– Hacer las cosas con determinación, sin dejarlas para después.
– Mantener la palabra dada. No retractarse con facilidad.
– Exigir en los pequeños detalles que requieren esfuerzo, como cuidar el orden en casa y en la escuela, la puntualidad.
La formación de la voluntad es tarea primordial de los padres al educar a sus hijos. Con una voluntad firme serán dueños de sí mismos, libres y capaces de realizarse y alcanzar la felicidad.
Esto los distinguirá entre ser personas “firmes” o ser “vulnerables
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