Catholic Missionary Disciples [Discípulos Misioneros Católicos] es una iniciativa de formación de líderes católicos para la Nueva Evangelización, en la línea de trabajar el discipulado, esto es, la consolidación del cristiano como seguidor público de Cristo.
Actúa en Estados Unidos bajo la dirección de Marcel LeJeune, un laico casado y padre de cinco hijos con amplia experiencia en el ministerio cristiano universitario. Graduado en Teología Pastoral, ha trabajado durante años en la A&M University y la Tech University de Texas.
Marcel LeJeune es el fundador y director de Catholic Missionary Disciples.
Esta iniciativa cuenta con el respaldo de dos obispos, David Konderla, de Tulsa, y Michael J. Sis, de San Angelo, y trabaja en colaboración con otros proyectos católicos como LifeTeen, Focus on the Family o la Universidad franciscana de Steubenville.
En un reciente post, Catholic Missionary Disciples presenta doce características del discípulo de Jesús.
Las principales señales que distinguen a un discípulo de Jesús son, por supuesto, los sacramentos. Tres marcan de forma indeleble: el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal. Están llamados a transformar enteramente nuestra vida.
Pero, además de los sacramentos, la vida de discipulado tiene otros distintivos que sirven para identificar a los seguidores de Cristo.
El principal de ellos es que el discípulo ha vivido con su Maestro (como un aprendiz) y ha convivido con Él, a sus pies, caminando con Él, y le ha visto vivir sus enseñanzas: Jesús es, ante todo, el Maestro con el que se convive, con quien se aprende, en quien los ojos están fijos para ver cómo hace las cosas.
Y eso se puede plasmar en estos doce puntos señalados por Catholic Missionary Disciples:
1. Los discípulos son llamados. Lucas 5, 1-11 ilustra esto perfectamente. ¡Dios siempre da el primer paso! Jesús se acercó a los pescadores y les invitó. Solo después de esta invitación al discipulado interviene nuestra decisión. Jesús nos ha llamado a cada uno de nosotros. El siguiente paso es…
2. Los discípulos responden conscientemente a la llamada de Jesús. ¡Una vez que somos llamados, un discípulo debe responder positivamente a la llamada! Si Pedro no hubiese abandonado sus redes y seguido a Jesús, no sería un discípulo. ¡No puedes seguir si no haces una opción! ¡El discipulado nunca es heredado ni accidental!
3. El discípulo ama. Ésta es la primera señal de un discípulo. El amor a Dios y el amor a los demás. Jesús dice que los demás sabrán que somos sus discípulos por nuestro amor al prójimo (Jn 13, 35).
4. Los discípulos dan fruto. De hecho, Jesús dice que dar fruto demuestra que eres su discípulo. “La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante, y así seréis mis discípulos” (Jn 15, 8).
5. Los discípulos son obedientes. Avanza un poco más en Juan 15 y encontrarás el versículo 14: “Sois mis amigos si hacéis lo que yo ordeno”. Atención: no podemos ser amigos íntimos de Jesús y ser desobedientes. Es imposible.
6. Los discípulos son enseñados. En las Escrituras encontramos constantemente a los discípulos de Jesús aprendiendo de Él. Ellos escuchan y luego aplican sus enseñanzas en su vida (o al menos lo intentan). Tenemos que seguir ese modelo. La vida de un discípulo cristiano es una vida de aprendizaje durante toda la vida.
7. Los discípulos siguen. La palabra “discípulo” significa “seguidor”. Nuestra vida de discipulado comienza siguiendo a Jesús. Debemos hacer lo que Él hizo. Amar como Él amó. Elegir lo que Él eligió. “Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce” (Lc 8, 1).
8. Los discípulos tienen su mirada puesta en el Cielo. Nuestra vida actual no es nuestro hogar definitivo. Hemos sido creados para vivir con Dios para siempre una felicidad eterna. Este hogar celestial lo determinan nuestras decisiones en esta vida. El premio del Cielo es un regalo en el que debemos tener puestos los ojos, para que no perdamos la perspectiva eterna de Dios.
9. Los discípulos cargan con cruces. El discipulado no es fácil. Jesús lo dijo así: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame” (Lc 9, 23). Nunca deberíamos olvidar que el sufrimiento es parte del discipulado. No se trata solamente de emociones para sentirse bien ni de pasar buenos ratos.
10. Los discípulos emplean tiempo con Jesús en la oración. Si hacemos lo que Jesús hizo, entonces necesitamos vivir en relación íntima con Dios. “Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos»” (Lc 11, 1).
11. Los discípulos aman y sirven a Dios (y al prójimo). Piensa en las numerosas veces que los discípulos son llamados a servir. Jesús ordena a sus Doce que sirvan a la masa en la multiplicación de los panes y los peces, que sanen a los enfermos, que expulsen los demonios, etc. ¡La vida de un discípulo no va de uno mismo!
12. Los discípulos hacen otros discípulos. Por último, tenemos que hacer lo que Jesús hizo, lo que significa “hacer discípulos”. Fue su último mandato y el único del que no podemos evadir el cumplirlo personalmente.
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