En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre mío, te quiero ofrecer toda mi vida entera, mis preocupaciones, mis proyectos. Quiero pedirte que, en estos momentos de oración, seas Tú quien me enseñe a orar como les enseñaste a los apóstoles.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación'». También les dijo: «Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio del día de hoy, vemos como uno de los discípulos pide a Jesús que les enseñe a orar. Desde ahora ya podemos sentirnos identificados con él, porque cuántas veces no sabemos rezarle a Dios y solo pensamos en pedir y pedir, pero realmente no debe ser así… Orar es más bien pasar tiempo con el Amado, con aquel que nos ha dado todo lo que tenemos.
Cristo nos revela la intimidad con su Padre, esa intimidad que nos lleva a darnos totalmente, aunque no nos guste a veces, humanamente, como lo ha hecho Cristo en la cruz. Saber que estamos presentes en la oración de Dios mismo es algo que debe resonar en nuestro corazón. Él, conociendo que no sabemos rezar ha querido enseñarnos esta misma oración.
Cuando rezamos el padrenuestro, nos dirigimos al mismo Padre que nos ha creado y nos ha revelado su gran amor entregándonos a su Hijo único.
«Jesús rezaba como reza cada hombre en el mundo. Y, sin embargo, en su manera de rezar, también había un misterio encerrado, algo que seguramente no había escapado a los ojos de sus discípulos si encontramos en los evangelios esa simple e inmediata súplica: “Señor, enséñanos a rezar”. Ellos veían que Jesús rezaba y tenían ganas de aprender a rezar: “Señor, enséñanos a rezar”. Y Jesús no se niega, no está celoso de su intimidad con el Padre, sino que ha venido precisamente para introducirnos en esta relación con el Padre Y así se convierte en maestro de oración para sus discípulos, como ciertamente quiere serlo para todos nosotros. Nosotros también deberíamos decir: “Señor enséñame a rezar. Enséñame”. ¡Aunque recemos quizás desde hace muchos años, siempre debemos aprender! La oración del hombre, este anhelo que nace de forma tan natural de su alma, es quizás uno de los misterios más densos del universo. Y ni siquiera sabemos si las oraciones que dirigimos a Dios sean en realidad aquellas que Él quiere escuchar».
(Audiencia de S.S. Francisco, 5 de diciembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, que, en cada momento de mi vida, sea consciente de que la cruz es la mejor forma en que puedo amarte y santificarme. Te pido por esas personas que están cansadas de cargar con su cruz. Padre Nuestro…
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy rezaré el padrenuestro con el corazón, pensando en cada palabra que estoy diciendo y le pediré a la Santísima Virgen María que me acompañe a rezarlo, como lo habrá hecho tantas veces con los apóstoles.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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