En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, aumenta mi fe y mi confianza en ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: “Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga”. Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: ‘¡Ve!’ y va; a otro: ‘¡Ven!’ y viene; y a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande”. Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En este día, el Evangelio nos invita a ver la gran fe del centurión. Y esta fe tiene dos características, la confianza y la humildad. Dos pilares en la vida de todo cristiano, que llevan adelante el camino de santidad.
En primer lugar, la confianza. El centurión sabe que, si él hace grandes cosas, siendo hombre, qué no hará Dios. El paso más grande y por el cual crece nuestra fe, es la confianza absoluta, es el abandono confiado en Dios. Es aventarse en sus manos sabiendo que lo que nos suceda es voluntad suya y para gloria suya.
Confiar es muy difícil, pues es dejar que Dios actúe en nosotros como Él más quiera, pero lo que lo hace fácil es saber que lo que Él haga va a ser lo mejor para nosotros. Si todo lo que hagamos en nuestra vida lo ponemos en las manos de Dios, eso va a dar mucho fruto.
Y en segundo lugar tenemos la humildad, pues el centurión se reconoce indigno de presentarse ante Cristo y, sobre todo, de recibirlo en su casa. Él sabe que no es nadie y que nada se merece, pero confía en el amor misericordioso de Dios.
El sentirse indigno del amor de Dios da pie a la gratitud, que es lo que más le agrada a Dios. No dejemos de agradecer por todo lo que nos suceda en nuestras vidas, ya que todo es para gloria de Dios. No dejemos de agradecer, pues cuando lo dejemos de hacer, hemos empezado a envejecer, a perder fuerzas.
«“Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes”. Son palabras que expresan la conciencia del gobernante que sabe que sobre él hay otro que manda. Y esto lo lleva a rezar. El gobernante que tiene esta conciencia, reza, Si no reza, se cierra en la propia autorreferencia o en aquella de su partido, en ese círculo del que no puede salir: es un hombre cerrado en sí mismo. Pero cuando ve los problemas reales y tiene esta conciencia de subalterno, un gobernante reza porque tiene la conciencia de que hay otro que tiene más poder que él. ¿Quién tienen más poder que un gobernante? El pueblo, que le ha dado el poder y Dios, de quien viene el poder a través del pueblo. Es muy importante la oración del gobernante, tan importante porque es la oración por el bien común del pueblo que le ha sido confiado».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de septiembre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para recordar todo su amor por mí y agradecerle por todo lo que ha hecho en mi vida y pedirle que ilumine especialmente a nuestros gobernantes.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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