“Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor…”.
Una oveja sin pastor no es una oveja libre, aunque parezca, sino que es una oveja descarriada y perdida. Va errando por los montes sin saber adonde ir, y está expuesta al asalto de cualquier enemigo.
También los hombres, para ser verdaderamente libres, necesitamos un pastor que oriente nuestros pasos, que ilumine nuestras mentes. Porque la libertad humana es una libertad atada y sólo puede realizarse cuando el hombre escucha y responde a una llamada. Necesitamos un pastor que nos llame.
Pero, ¿quién será ese pastor? ¿Acaso será otro hombre? No, porque sólo Dios puede ponerse delante del hombre. Por eso dice el Señor, después de condenar a los falsos pastores de Israel: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas”.
Jesús es el Dios con nosotros. Jesús está delante de nosotros, el único pastor, el Buen Pastor que reúne a las ovejas descarriadas y perdidas.
Por eso, en el Evangelio, Jesús se compadece de la gente, al ver que andan desorientados, como ovejas sin pastor. Él ve la miseria espiritual del pueblo: por eso comienza a enseñarle. Y el milagro que hará posteriormente, la multiplicación del pan, será la señal de su inmenso amor de pastor.
También hoy en día mucha gente anda desorientada, también hoy en día muchos caminan por el mundo como ovejas sin pastor. Parece que cada vez tenemos más problemas y menos soluciones:
o ¿Qué debemos hacer?
o ¿Qué debemos creer?
o ¿En quién podemos confiar?
Antes, todo era más simple, más claro y definido. Las verdades de la fe y de la religión parecían inmutables.
Pero ahora todo es más complejo y enredado. Ahora todo se mueve, todo se cuestiona, todo se pone en duda. Y eso a muchos les produce incertidumbre y hasta angustia.
Porque no están acostumbrados a vivir bajo la influencia de tantas opiniones y tan contradictorias.
Pero esto es muy peligroso para la verdadera libertad. Porque el miedo y la angustia fácilmente nos llevan a someternos incondicionalmente a otros hombres. Y no hay peor desorientación para el ser humano que la de ser oveja de otro hombre. Muchos países han experimentado esto larga y dolorosamente.
Conviene distinguir claramente entre la “libertad de” y la “libertad para”. Porque hay una LIBERTAD DE los prejuicios, los intereses egoístas, las ideologías, los falsos pastores. Y otra LIBERTAD PARA buscar la verdad, para amar al prójimo, para hacer la justicia, para seguir al Buen Pastor.
El paso de la simple libertad de los falsos pastores a la libertad para seguir al Buen Pastor es lo que llamamos FE. La fe nos da la verdadera seguridad en Dios y nos hace superar toda desorientación, duda o incertidumbre.
Sin embargo, es esta fe la que nos da la verdadera seguridad en Dios y que nos hace superar toda desorientación, duda e incertidumbre.
Cuando todas las verdades parecen cuestionables, cuando no hay quien encuentre el camino, cuando la vida se convierte en problema entonces el Buen Pastor nos llama diciéndonos: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”.
Pidamos al Señor insistentemente, que nos regale más pastores, porque “la cosecha es grande pero los obreros son pocos”.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Me siento libre para decir sí a Dios?
2. ¿Busco al buen pastor, sólo en las crisis?
3. ¿Soy de los que se quejan de la vida?
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