En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú eres el dueño de mi vida, verdadero timón de mi corazón. Si en tus manos me sostengo en pie, ¿por qué habría de querer soltarme? Permanecer en ti es mi único deseo; caminar contigo para amar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-19
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”.
Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Tu vida, Señor, tiene un carácter profético. El modo en que viviste me interpela. En alguna ocasión me decías «no atesores cosas de esta tierra, donde la polilla corroe; sino más bien atesora para la futura». Mirando la majestuosidad del templo, quedo maravillado. Pero es verdad que es una belleza efímera. Pueden, sí, asombrarme tantas realidades fulgurantes, pero habrían de llevarme especialmente a ti. Puesto que todo, todo en esta tierra es pasajero y vendrá un día en que no quedará «piedra sobre piedra»…
Quiera Dios que no me quede con los ojos fijos en las cosas de este mundo. Que sea capaz de despegarlos, aunque sea de cuando en cuando, y alzarlos hacia arriba. Sí, es importante el trabajo, alimentar a mi familia, el sustento de mis hijos, ayudar a tal persona en lo económico, mis estudios, mis amigos, tal proyecto, sí. Pero quiera Dios que no me quede con los ojos sólo fijos en las cosas de este mundo. Quiera Dios que mis pies se mantengan sobre tierra, pero mi mirada en ti.
Y si he de levantarme hoy a las 5:00 o a las 4:00, y si he de penetrar el frenesí de cada día sin descanso, y si he de completar una tarea tras otra, si he de hacer esto y tanto más; he de recordar de cuando en cuando que todo esto tiene un sentido, si mi corazón se encuentra en ti. Es muy importante atender a mi familia en su sustento, pero es indispensable su salvación.
Días vendrán en que «no quedará piedra sobre piedra», y si un edificio durase por lo menos cientos de años, de cualquier manera mi vida habrá para entonces llegado a su fin. Las preocupaciones temporales son lícitas, a veces necesarias, muchas veces inevitables. Pero he de tener, he de renovar constantemente, la mirada en aquello que sí quedará al final. ¿Qué es esto?
Y hoy, ¿qué carácter imprimiré a mis actividades?, ¿con qué amor las realizaré?, ¿podría realizar un gesto de cariño para con mi familia, con un ser querido?, ¿aceptaría hoy hacer un acto para transmitirte a ti, Señor?…
Y si siento que me falta tiempo, recuerdo siempre que «el Reino se construye “persona por persona”».
«Tomar el Evangelio, leer e imaginarme la escena, imaginarme qué sucede y hablar con Jesús, lo que me viene al corazón. Y con esto hacemos crecer la esperanza, porque hemos fijado, fijamos la mirada en Jesús. En tu casa, 15 minutos, toma el Evangelio, un fragmento pequeño, imagina qué ha sucedido y habla con Jesús de eso. Así tu mirada estará fija en Jesús y no tanto en la telenovela, por ejemplo. Y tu oído estará fijo en las palabras de Jesús y no en los chismorreos del vecino, de la vecina…».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Imprimir urgencia a las actividades del día para darme el tiempo, persona a persona, para tener un gesto de cariño con quien voy a convivir.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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