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Ante la prueba
Identidad

Ante la prueba

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, en este período de Cuaresma dame la gracia de poder alcanzar la conversión de mi corazón para que día tras día pueda amar como Tú lo haces.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido en tregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios

Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta el momento oportuno.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En nuestra vida siempre habrá desiertos que provoquen debilidad y que den origen a la sed de algún consuelo o de alguna respuesta. Desearemos tener soluciones a todas nuestras dificultades, incluso respuestas que nos alivien, al menos momentáneamente.

Nuestra vida está en constante juego entre el cansancio y el entusiasmo, entre el ser tentados y ser consolados; todo esto es parte de nuestra vida. El mismo Cristo experimentó estos cambios que nos sacan de nuestros esquemas. Lo importante es custodiar un deseo, un deseo profundo que guíe nuestras elecciones de vida y nuestro caminar.

Ante la fatiga, hasta la tentación más insignificante se nos presenta como una verdadera prueba. Dios la permite para que nos purifiquemos, pues cuando el desaliento y el cansancio nos invaden, tan solo las convicciones más profundas permanecen. Pues, al tener claro lo que somos, damos respuestas sinceras, incluso en los momentos de mayor confusión.

Una tentación ayuda a recordar lo que somos. Nos hace recordar cuál es la verdadera fuente de nuestras fuerzas. Nos trae a la memoria las razones que han formado las convicciones que guiaron y guían el pasar de nuestros días. Nos hacen revivir un acto de fe.

Y en cuanto a las caídas, son parte de lo que hacemos, pero no de lo que somos. Pues nosotros solamente nos podemos identificar con lo que Dios ha hecho por nosotros. El deseo de querernos levantar es el deseo de querer volver a ser lo que verdaderamente somos: «hijos de Dios». Todo puede caer, menos la esperanza de volver a ser lo que somos.

«Una oración bonita que nosotros podemos hacer todos los días, antes de ir a dormir, mirar un poco la jornada: y preguntarse: ¿Pero qué espíritu he seguido yo hoy? ¿El espíritu de Dios o el espíritu del mundo? Esto se llama hacer examen de conciencia: sentir en el corazón qué ha sucedido en esta guerra interior, y cómo yo me he defendido del espíritu del mundo que me lleva a la vanidad, a las cosas mezquinas, a los vicios, a la soberbia, a todo esto. ¿Cómo me he defendido de las tentaciones concretas? Se deben identificar las tentaciones. Y esto se hace como oración, antes de ir a la cama, hoy: qué sentimientos he tenido. Identificar cuál es el espíritu que me ha empujado a ese sentimiento, me ha inspirado ese sentimiento: ¿es el espíritu del mundo o el espíritu de Dios? Haciendo el examen de conciencia con esta oración nocturna, muchas veces, si somos honestos, encontraremos que hoy he sido envidioso, he tenido codicia, he hecho esto. Y este es el espíritu del mundo. Es oportuno identificar estos sentimientos, porque esto es verdad: todos nosotros tenemos dentro esta lucha, pero si nosotros no entendemos cómo funcionan estos dos espíritus, como actúan, no conseguimos ir adelante con el espíritu de Dios que nos lleva a conocer el pensamiento de Cristo, el sentido de Cristo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de septiembre de 2018, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Frente a las dificultades, antes de intentar resolverlas, trataré de recordar quién soy. Y me propondré hacer diariamente un buen examen de conciencia.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.