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Docentes y egresados de Arquitectura – Itapúa logran primer premio en Bienal de Quito
Itapúa

Docentes y egresados de Arquitectura – Itapúa logran primer premio en Bienal de Quito

El proyecto denominado Memoria Villa Cerro Corá 2373, encabezado por los docentes y egresados de la carrera de Arquitectura del Campus Itapúa, obtuvo el Primer Puesto Internacional en la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito (Ecuador), en la Categoría Rehabilitación Arquitectónica.

El equipo reconocido está conformado por el Arq. Keiji Ishibashi, el Arq. Kevin Estepa, la Arq. Laura Medina, la Arq. Giselle Montanholi y Mauricio Amarilla. Cabe mencionar que, la bienal Panamericana de Arquitectura de Quito es una de las vidrieras más importantes del continente y una de las más antiguas, que se realiza hace 40 años.

Sobre este importante premio, el Arq. Keiji Ishibashi expresó: “Estamos contentos de poder traer un primer premio internacional de arquitectura a Paraguay, como uno de los 13 increíbles proyectos que representaron al país, y a Encarnación, nuestra querida ciudad, donde se está despertando una genial generación de jóvenes profesionales. Fue una obra que implicó muchísimo esfuerzo, ya que la proyectamos para otra ciudad y, afortunadamente, pudimos contar con la invaluable colaboración de los especialistas en esto, el gabinete de Arquitectura Culata Jovái, para no sólo construirla, sino entenderla, re-pensarla en detalles y ponerle toda la mejor onda a lo largo de 2 años de desarmar, reutilizar y volver a armar; todo mientras nos íbamos encontrando con mil y un desafíos propios de intervenir una casa de más de 90 años y  contar con un presupuesto ajustado”.

Evolución de una preexistencia

Para entender la esencia de la preexistencia se basaron en la historia de su existencia narrada por los antiguos usuarios, buscando que la propuesta sea como el siguiente paso en la evolución de esta pequeña casa , ubicada próxima al centro de Asunción, en un terreno de apenas 6 metros de ancho.

La construcción original es de 1930 aproximadamente, en el entorno sub-urbano o cuasi rural de la Asunción de aquel entonces, con solo una habitación, un baño, una sala y un pequeño zaguán, donde estaba la cocina a leña. En 1940, se le agregan 2 habitaciones, extendiendo linealmente la casa en el estrecho terreno. Entrada la década del ‘90, se agrega al fondo una cocina moderna, configurando la tipología de “casa chorizo”, pero con la particularidad de que, debido a lo angosto del lote, la casa no tenía una galería, sino que los espacios contiguos se comunicaban, saliendo a la intemperie. Para el 2014, año en que se desocupó, la construcción se encontraba en un avanzado estado de deterioro, ya inhabitable.

Más allá de las patologías y deficiencias funcionales que detectaron los profesionales, se buscó mantener la esencia de la tipología y consolidarla, a la par de mantener vigente la edificación como producto inmobiliario en una zona. Para ello, se optó por dotarle a la casa de una galería y construir departamentos para estudiantes en una planta alta, todo sin comprometer los antiguos cimientos, mediante un volumen separado de la casa y con estructura independiente, flotando sobre ella, generando la galería, pero de manera  a que permita la entrada de luz a la planta baja, desde varios ángulos, así como la optimización de la ventilación por convección.

La planta baja se mantuvo casi en su totalidad, reutilizando los materiales y con mejoras en la distribución espacial, que permitieron ponerla en vigencia ante el mercado, sin perder su esencia y evidenciando las cicatrices de ampliaciones a lo largo de los años legibles en la diferencia de tamaño de sus ladrillos. También, se incorporó la recolección de agua de lluvia para riego y limpieza con la adaptación de unos kambuchi (cántaros de cerámica), elementos tradicionales de la artesanía paraguaya, que armonizan con la plástica de la construcción y aportan un toque de sustentabilidad; además de todos los ladrillos viejos que se volvieron paredes nuevas, las tejas que pasaron a ser jardín vertical en la fachada, tirantes devenidos en dinteles y viejas puertas convertidas en escritorios. Todo apostando a la evolución antes que la tabula rasa de una demolición.

Fotos: Leonardo Méndez