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La fuerza que te de la fe
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La fuerza que te de la fe



8 de septiembre de 2024La fuerza que te de la fe

Santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37. Domingo XXIII del Tiempo Ordinario

Por: Redacción | Fuente: Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Amén.





Cristo, Rey nuestro.


¡Venga tu Reino!





Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)





Aunque ni sordo ni mudo, frecuentemente pareciera que lo soy, porque no te escucho, Señor, y no hablo a los demás de la experiencia de tu amor. Inspira esta oración para que de ella saque la fuerza de voluntad y sea siempre un testigo fiel de tu amor.





Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 7, 31-37





Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!» Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».





Palabra del Señor






Medita lo que Dios te dice en el Evangelio





«Ve y dile que los ciegos ven, los sordos oyen, y que ha llegado la liberación a los cautivos». Así resume su misión Cristo, porque ha sido enviado a curar a todos los enfermos y a traer la paz a los hombres.





¿Cómo quisiéramos que se nos dijera que todo lo hemos hecho bien? La vanidad y la envidia nos entran cuando vemos que otros son alabados por algo en lo que nosotros tuvimos mucho que ver. Nos enojamos y desearíamos que se nos alabara, por eso nace la competitividad entre los hombres.





Pero si todo es por vanidad, cuando lo obtengas, ¿serás feliz eternamente? Ya decía San Juan Crisóstomo al citar el Qoelet: «Vanidad de vanidades, todo es vanidad». Y lo decía con verdad, porque lo único que tiene que importarnos no son las alabanzas, sino el hacer bien las cosas por amor a Dios. Todo lo demás sale sobrando.





«Pensemos en los muchos que Jesús ha querido encontrar, sobre todo, personas afectadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarles y devolverles su dignidad plena. Es muy importante que justo estas personas se conviertan en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar cultura del encuentro […] Aquí están las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, la cultura del prejuicio, porque se perjudica y se excluye. La persona enferma y discapacitada, precisamente a partir de su fragilidad, de su límite, puede llegar a ser testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que abre a la vida y a la fe, y el encuentro con los demás, con la comunidad. En efecto, sólo quien reconoce la propia fragilidad, el propio límite puede construir relaciones fraternas y solidarias, en la Iglesia y en la sociedad. Y ahora miremos a la Virgen. En ella se dio el primer encuentro: el encuentro entre Dios y la humanidad. Pidamos a la Virgen que nos ayude a ir adelante en esta cultura del encuentro. Y nos dirigimos a Ella con el Ave María».


(Discurso de S.S. Francisco, 29 de marzo de 2014)).






Diálogo con Cristo





Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.





Propósito





Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.





Que mi manera de actuar y tratar a los demás revele el amor de Dios Padre.





Despedida





¡Cristo, Rey nuestro!


¡Venga tu Reino!





Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.


Ruega por nosotros.





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Amén.



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