En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor vamos camino a Jerusalén en esta Cuaresma, vamos juntos tomados de la mano preparándonos para vivir los misterios de tu Pasión, Muerte y Resurrección. En este rato de oración permíteme comprender un poco más, sobre todo con el corazón, lo que se avecina. Ese rechazo de los labradores a quienes se les encomendó la viña y que ahora quieren matarte a ti, que eres el Hijo amado que envía el dueño de la Viña.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo, diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: ‘Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: ‘La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?’. Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En esta Cuaresma, Jesús, me quiero preparar para acompañarte en tu Pasión. Lo quiero hacer con un corazón abierto; líbrame de una actitud farisaica; líbrame de no reconocer que Tú eres la piedra angular de mi vida, de mi comunidad, de la historia de la humanidad.
Tú, con mucho cariño has plantado en mi vida una viña, lo has hecho con todos los detalles; me has encargado esa viña para que dé fruto. Vendrás y vienes día con día a pedirme de ese fruto.
Quiero decirte como San Agustín “Dame lo que pides, y pide lo que quieras”; quiero disponerme; quiero donarme y entregar lo que esperas de mí. Tengo una responsabilidad frente a los dones y cualidades que me has dado. Quiero repasar cada uno de ellos frente a ti para verlos con humildad y verdad; y sacar lo mejor de mí en mi relación contigo, con los demás y conmigo mismo.
Vienes por el fruto de lo que Tú siembras, vienes a través de personas que me necesitan; vienes a través de esos “criados” de los que hablas en la parábola. Que nunca pueda yo pensar en la posibilidad de rechazarlos, maltratarlos, mucho menos matarlos. Cualquier persona es mi hermano, es alguien amado por ti y es bienvenido por mí para ofrecerle lo que me corresponda, lo que esté en mis manos y le haga un bien.
Dame esos frutos abundantes del Espíritu Santo para poderlos derramar también abundantemente con quienes encuentre en mi camino: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
«Con esta dura parábola, Jesús pone a sus interlocutores frente a su responsabilidad, y lo hace con extrema claridad. Pero no pensemos que esta advertencia valga solamente para los que rechazaron a Jesús en aquella época. Vale para todos los tiempos, incluido el nuestro. También hoy Dios espera los frutos de su viña de aquellos que ha enviado a trabajar en ella. A todos nosotros».
(S.S. Francisco, Ángelus del 4 de octubre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Recibir hoy a las personas que encuentre en mi camino como enviados de Cristo para darles el fruto de lo que Él ha sembrado en mi vida. Bondad, amabilidad, paciencia, servicio.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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