La gran noticia para los hombres necesitados de redención, para los hombres muertos, es: ¡Cristo ha resucitado! Cristo ha muerto y ha resucitado también para cada uno de los hombres.
Al hablar de los hombres muertos, no me refiero a los que duermen en la paz de los cementerios, sino a los que caminan por las calles con el alma muerta, con las ilusiones rotas, a los que han perdido toda esperanza. No sé si decir, que semiviven o semimueren.
Para ellos, Cristo ha venido en esta Pascua a abrirles la puerta de su sepulcro y a gritarles: «¡Sal fuera!» – como a Lázaro -, «¡sal a la luz, a la paz, a la felicidad!»
Es posible resucitar con Cristo. Resucitar significa dejar a sus pies todos los pecados, infidelidades, debilidades. Para todo esto, hay perdón.
Dejar a sus pies todas las dudas, problemas, dificultades, los «no puedo», los «no sé que será de mí vida». Para todo esto hay respuesta y hay ayuda:
‘Venid a mí todos los que andáis con problemas y dificultades. Yo os ayudaré’.
Resucitar significa también, dejar a sus pies todas las ilusiones muertas. ¡Qué fácil dejamos morir nuestros sueños e ilusiones más queridas! Él nos dice que todo se puede reparar mientras dura la vida: «Yo soy la resurrección y la vida». Dejar a los pies del Maestro todos los propósitos, los buenos deseos de superación, de ser mejor. Él los convertirá en una realidad.
Resucitar es tener el alma llena de certezas: la certeza de que Él te ama. Jack Loew después de convertido, comienza así uno de sus libros: «Desde hace veinticinco años, la realidad más radiante de mi vida es esta: Dios existe, y me ama». Tengo la certeza de que Él estará siempre conmigo, en las buenas y en las malas.
¿Qué es la Eucaristía sino esa presencia perpetua, un Dios para ti solo y a todas horas?
Es muy distinto caminar, sufrir y luchar en solitario, que estar acompañado por ese gran amigo. La certeza de estar perdonado, redimido, salvado; es muy reconfortante.
Hoy, las puertas de la eternidad feliz se han abierto para todos los hombres, el cielo es tuyo, si lo quieres. La certeza de triunfar en la vida si vives con Él, la seguridad de vivir alegre y feliz a pesar de todo.
La gran noticia de hoy, la gran nueva que llena los aires y los corazones de los hombres es: ¡Cristo ha resucitado para ti…!
Resucitar es vivir con aire, con estilo, con plenitud de resucitados. ¿Quién prefiere la soledad del sepulcro, la tristeza, la amargura de la muerte?.
Hoy puedes elegir el amor, la felicidad, la vida verdadera. ¡Hoy, Dios es tuyo. Debemos resucitar!
«No se les nota rostros de resucitados», decía Niestzche de los cristianos. Si no estamos alegres es porque no amamos. Si no amamos, de cristianos no nos queda nada.
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