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El Santo Grial
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El Santo Grial

Que el cáliz que se venera en la Catedral de Valencia como el Santo Grial es la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena puede creerse o no. Pero esta reliquia es venerada cada año por miles de fieles, los últimos Papas han querido celebrar Misa con ella en sus visitas a la ciudad, y las réplicas del Santo Cáliz que el arzobispo de Valencia está entregando a diversas personas y entidades están contribuyendo a la difusión de la piedad eucarística y a la creación de cofradías.

Con el objetivo de añadir rigor científico a los estudios, análisis y documentos y a la fuerza de la tradición que señalan la autenticidad de la reliquia, diversos arqueólogos, historiadores, teólogos y expertos en arte, física y otras disciplinas han celebrado, en Valencia del 7 al 9 de noviembre, el 1º Congreso Internacional sobre el Santo Cáliz, titulado ‘Valencia, la ciudad del Santo Grial’.

El simposio ha contado con la presidencia de honor del rey Don Juan Carlos, ha sido organizado por el Arzobispado de Valencia, el Cabildo Metropolitano de la Catedral, la Universidad Católica, el Centro Español de Sindonología, la Real Hermandad y la Cofradía del Santo Cáliz. Además, han colaborado en la organización la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén y la Fundación COSO.

Los ponentes han coincidido en señalar que el Santo Cáliz que permanece en Valencia desde el siglo XV es único y científicamente no se le puede reprochar ningún argumento que niegue su autenticidad. Por eso, han instado a las autoridades a promover que la Unesco declare la reliquia Patrimonio de la Humanidad y han propuesto nuevas investigaciones de todas las piezas que componen el Santo Grial.

La copa superior es la que utilizaría Jesucristo

Los expertos también han coincidido en destacar la vigencia del importante análisis realizado hace 50 años por el catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza Antonio Beltrán, que concluyó que la copa superior del actual Santo Cáliz bien pudo estar en la mesa de la Santa Cena y ser la que Jesucristo utilizó para beber, para consagrar o para ambas cosas.

Se trata de una copa labrada, entre los siglos II y I a.C en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, con forma semiesférica, de piedra ágata cornalina oriental, que mide 9,5 cm de diámetro medio en la boca y 5,5 cm de profundidad por el interior, toda lisa sin ningún adorno, excepto una línea de corte redondeado paralela al borde.

A esta copa se añadió en la Edad Media el pie, formado por un vaso ovalado e invertido y la vara con su nudo, de oro, que sirve para unir las dos partes.

Todavía no se puede aplicar ninguna técnica científica tipo la del carbono-14 al Santo Cáliz, pero se cree que la copa ha sido utilizada por los primeros Papas, después por el abad del monasterio de San Juan de la Peña y por los arzobispos de Valencia, el día de la fiesta del Santo Cáliz. Además, ha sido muy valorada por miembros de la realeza (especialmente los reyes de la Corona de Aragón) y ahora por diversos historiadores y escritores de varios países.

Unos frescos medievales únicos en el mundo, nueva prueba

Entre las nuevas pruebas de la autenticidad de la reliquia presentadas durante el Congreso se encuentran unos frescos medievales de la Virgen con el Santo Grial, «únicos por su iconografía», encontrados en iglesias pirenaicas que «podrían tener relación con la estancia del Santo Cáliz en aquellas tierras», según el profesor de Historia del Arte Vicent Zuriaga.

Se trata de frescos románicos, la mayoría del siglo XII, que se encuentran en iglesias y monasterios situados en las localidades ilerdenses de Sant Climent de Taüll, Ginestarre y Burgal y la de Sant Romà de Les Bons, en Andorra. Representan a la Virgen sosteniendo un «cáliz llameante, lo que nos lleva a pensar que es el Santo Grial».

«Si no conseguimos encontrar este tipo iconográfico en ninguna otra zona del mundo, como de momento sucede, interpreto como hipótesis de trabajo que los artistas que representaron estas obras recogieron o bien la tradición que subyace en las leyendas medievales griálicas, o bien toman la referencia de un objeto concreto y próximo», señaló Zuriaga.

Otro ponente, el experto en heráldica José Luis Sampedro, ha afirmado en el Congreso que la única reliquia del mundo «que puede ser el auténtico grial que utilizó Jesús en la Última Cena es el Santo Cáliz» que se venera en la Catedral de Valencia y ha afirmado que el resto de reliquias que «pretenden presentarse como la copa que empleó Jesús carecen de credibilidad, porque no tienen apoyo documental de ninguna fuente mínimamente rigurosa».

Entre otras copas «u objetos similares que pretenden ser el Santo Grial y es evidente que no lo son», citó el Cáliz de Antioquía, que se encuentra en el Metropitan Museum de Nueva York, el Sacro Cátino de Génova, el Santo Cáliz de Cebreiro (Pontevedra) y «una patena que se conserva en el Palacio Imperial de Viena».

¿Cómo llegó el Santo Grial a Valencia?

En el periplo del Santo Grial desde Tierra Santa hasta Valencia, se realizaron algunos documentos de cesión o intercambio que se han conservado hasta hoy y constituyen también pruebas de la autenticidad de la reliquia.

Después de la última Cena, la importancia que los primeros cristianos otorgaban a la liturgia permitió guardar con celo la reliquia, que fue llevada a Roma por el primer Papa, San Pedro. Allí la conservaron los Papas hasta San Sixto II, quien, para salvarla de la persecución del emperador Valeriano y de la amenaza de los bárbaros, la entregó a su diácono San Lorenzo, oriundo de España, que la envió a tierras de Huesca, en el siglo III.

Durante la invasión musulmana, la copa de la Cena fue ocultada en el Pirineo. Los cristianos de Huesca huyeron con ella a las montañas del norte en el año 712. Primero estuvo en las cuevas de Yebra y después encontró refugio en monasterios, el último de ellos, el de San Juan de la Peña.

En el año 1399, su prior entregó la reliquia al Rey de Aragón Martín el Humano, que la tuvo en el palacio real de la Alfajería de Zaragoza. En 1424, su sucesor Alfonso V el Magnánimo llevó el relicario real al palacio de Valencia y lo entregó, en 1437, a la Catedral, donde hoy se venera.

 

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